Carla Suárez derriba a Mauresmo

Los torneos del Grand Slam, desconocidos. Las pistas centrales, vedadas. Y la compañía de las mejores cien tenistas del mundo, lejos del horizonte. Carla Suárez, de 19 años y número 132, necesitó un solo partido para convertir en pasado casi todas las pinceladas de su carrera: venció (6-3 y 6-4) a Amélie Mauresmo, ex número uno y gran esperanza francesa. Debutó en la central de un grande en su primera participación en un torneo del Grand Slam. Y certificó los comentarios que la rodean: Carla no se arruga. Hace un mes, en las semifinales de la Copa Federación, debutó ganando el primer partido contra China en Pekín. "He madurado de cabeza", explica.

Suárez, que tiene un molinillo en las piernas, atiende a la prensa con pendientes de perlas, su pelo de escarola y la cara colorada. No tiene costumbre. Tuvo que vencer en tres partidos en la previa para jugar el torneo. Se ha metido sin quererlo en la guerra por llegar a los Juegos. Y sorprende con un golpe en extinción: el revés a una mano le acompaña desde "chiquitina", cuando empezó a jugar en Las Palmas y decidió que "a una mano es más bonito".

La española jugará hoy ante la australiana Dellacqua. Es dudoso que le vuelva a tocar la arena de la Philippe Chatrier, el público en contra y la derrota como pronóstico antes de empezar. "Pero yo", explicó, "llevo aquí una semana. Cada día he visto treinta minutos de cada partido en la central, el ambiente que se caldeaba... Y esta mañana fue el primer día que me entrené ahí. Intenté pensar que era una pista más, otra cualquiera, y eso me fue bien. En la pista estoy yo sola. El objetivo era entrar entre los 80 primeros, pero no me pongo límites: si puedo avanzar mucho más...".