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Al tajo con un tembleque

Los trabajadores del nuevo estadio vuelven al trabajo a medio gas

"Yo estoy todo el día como con un tembleque", aseguró ayer a las dos y media de la tarde Marlon Eduardo Castaneda, colombiano de 23 años y trabajador de una contrata encargada de gunitar (proyectar hormigón a alta presión con una manguera) en los sótanos del nuevo estadio del Valencia. Castaneda volvía al tajo tras la parada de la comida.

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"El día del accidente íbamos a trabajar en la zona en la que cayó el andamio, pero los capataces hablaron y nos enviaron a la otra punta; a la hora o así pasó todo y cuando nos enteramos nos quedamos mudos". Tres días después del accidente que segó la vida de cuatro trabajadores al caer un andamio y un encofrado, todavía no había superado el susto. "Mi madre me ha dado esta mañana mil bendiciones antes de venir a trabajar".

Tras dos jornadas con las obras paralizadas, la actividad volvió ayer a medio gas al futuro estadio. Las diez grúas situadas en las diez torres permanecían paradas. Hasta que no se esclarezcan las causas del accidente, nadie se puede acercar a ellas.

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Tres operarios de grúa de la empresa constructora Bertolín circulaban a las diez de la mañana, parada del almuerzo, fuera del recinto. "Las grúas no funcionan. Más que nada se está trabajando en tareas de limpieza de la zona", explicó uno de ellos, con 30 años de experiencia en la obra, que no quiso facilitar su nombre. "Para trabajar con las grúas hay que entrar en el núcleo de las torres y allí nadie puede entrar". "Está todo balizado, a 50 metros del accidente no te puedes acercar", aseguró otro gruísta, que también prefirió permanecer en el anonimato. A pesar del parón, ellos han ido estos días a la obra. Cuentan que el miércoles "solo se hizo lo que la policía judicial dijo". Y ayer, desde las ocho de la mañana, estaban con los brazos cruzados: "Y va a ser todo el día así".

En la puerta de entrada, uno de los vigilantes matiza que a diario entran unos 50 camiones y trabajan en el turno de mañana entre 400 y 450 obreros (otros 70-80 por la tarde). Pero que ayer había menos de la mitad. "Y con los ánimos por los suelos", aseguró Ferran, de mediana edad. "La gente anda muy jodida; cuando pasan se nota que están muy fastidiados", añadió David, un obrero de 20 años.

Los bares de la zona, donde recalan cientos de trabajadores desde agosto pasado, cuando comenzaron las obras, también notaron el parón de la obra. En el bar Millenium, el comedor estaba medio vacío. Y en el bar Nuevo Estadio, donde los operarios entran a mediodía con confianza hasta detrás de la barra para coger bebidas, ayer solo dieron 21 comidas, cuando lo normal son más de 60.

"La gente está muy afectada; eran personas muy queridas; ya sé que siempre se dice lo mismo de los muertos pero es que es verdad", explicó otro parroquiano anónimo.

La mayoría de los obreros evitaron el tema. Entre ellos preferían hablar de cosas cotidianas. Aún así, es inevitable rememorar el accidente. ¿Aumentarán las medidas de seguridad? "La seguridad es exagerada. Creemos que las medidas son las correctas pero ahora vamos a estar mirados con lupa, eso ya lo sabemos", aseguró un operario de grúa. Otro añade que hasta se hacen fotos a los que no se ponen el casco. "La primera vez, tres días en casa, a la segunda una semana de fiesta, a la tercera, a la calle", aseguró.

Otro trabajador abordó los bulones que sujetan un andamio, que según dijo aguantan entre 10 y 15 toneladas. Y como cada andamio trepante (diez en cada una de las diez torres) se sujeta en dos bulones, el peso que pueden soportar es de 20 a 30 toneladas. "Con todo lo que se le pueda echar encima, el andamio no soportaría más de tres toneladas en el momento del accidente". Y eso, la duda de qué es lo que pasó, es lo que más le preocupaba: "Es la primera vez en mi vida que he visto un accidente así, y tampoco he oído nunca que haya pasado".

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