La Iglesia critica la política migratoria de Berlusconi
La fiscalía investiga la muerte de un tunecino en un centro de detención
El cardenal Angelo Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), exigió ayer al Gobierno de Silvio Berlusconi una política responsable y eficaz que ataje sin pérdida de tiempo los graves problemas que afligen al país, entre ellos los bajos salarios y pensiones, la emergencia de la vivienda, la basura, las muertes laborales, la seguridad y la inmigración.
El jefe de los obispos italianos pidió al nuevo Gobierno que evite "retrasos y titubeos" y se mostró crítico con la nueva política de inmigración, al exigir un "pacto de ciudadanía que ponga en claro deberes y derechos, y no busque atajos ilusorios".
El cardenal de Génova no ahorró sugerencias y reproches a la actuación del nuevo Gobierno en materia de inmigración. Bagnasco señaló que es urgente "adoptar y afinar buenas políticas que integren realmente a los inmigrantes que residen legítimamente en nuestro territorio", y criticó implícitamente el proyecto de ley que convertirá la inmigración ilegal en delito al señalar que las personas que intentan entrar en Italia deben ser tratadas "con la conciencia de que se trata de un fenómeno de dimensiones globales, emblemático de nuestra época" y "poniendo por encima de todo el respeto a los derechos de las personas, que es un deber de civilización".
Bagnasco afirmó que muchos de esos "recién llegados y sus familias" son ingresados "en enclaves que, si en un primer momento pueden parecer una solución de emergencia, enseguida se convierten en guetos intolerables".
La frase parecía referirse tanto a los campamentos de gitanos como a los Centros de Permanencia Temporal, que ahora, con la reforma del ministro del Interior, Roberto Maroni, podrán albergar a los sin papeles durante un máximo de 18 meses y pasarán a llamarse Centros de Identificación y Expulsión.
La Fiscalía abrió ayer una investigación para aclarar lo sucedido en el centro de detención de Turín, donde el viernes murió Hassan Nejl, un inmigrante tunecino, de 38 años. Sus compañeros iniciaron ayer una huelga de hambre para denunciar que los responsables del centro no enviaron a las asistencias sanitarias a pesar de que los retenidos lo requirieron urgentemente. La Cruz Roja, que se ocupa de dar cobertura al centro, lo niega. El eurodiputado Vittorio Agnoletto confirmó ayer que los inmigrantes sostienen que nadie atendió a Neijl aunque lo solicitaron durante horas. Según la autopsia, Neijl murió a causa de una asfixia provocada por una pulmonía.
Mientras, un millar de personas se manifestaron ayer en el barrio romano de Pigneto para protestar contra los sucesos ocurridos el sábado, cuando un grupo de ultraderechistas destrozó negocios de la zona regentados por comerciantes extranjeros y agredió a un inmigrante mientras lanzaba consignas xenófobas.
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