Hamilton, un fenómeno en el caos
El británico se luce y supera a Kubica y Massa, mientras Alonso se arruina en un adelantamiento imposible
La presencia de la lluvia convirtió el Gran Premio de Mónaco en la carrera más loca de la temporada. Y en medio de la locura se impuso la cordura del equipo McLaren y de su primer piloto Lewis Hamilton. No parecía que un nuevo triunfo de la escudería británica en Montecarlo -llevaban dos en los últimos tres años- fuera posible cuando Hamilton tocó una de las vallas protectoras en la quinta vuelta y tuvo que entrar en boxes para cambiar su rueda trasera derecha, completamente fundida. Sin embargo, fue allí donde su equipo ganó la carrera porque tuvo la capacidad de improvisar una nueva táctica, llenar el depósito de su coche y aguantar un largo tirón que acabaría llevándole a la segunda victoria de la temporada y la sexta de su carrera. Hamilton acabó por delante del BMW de Kubica y del Ferrari de Massa. Más atrás, desesperado por salir de la zona media, Alonso arruinó su carrera al intentar un adelantamiento imposible sobre Heidfeld en la curva de Loews, la más lenta del campeonato, en la 14ª vuelta. Alonso concluyó 10º.
El español quiso pasar a Heidfeld en la curva más lenta y se lo llevó por delante
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Cualquier táctica preestablecida se fue al garete en minutos. La lógica dejó de existir cuando el agua comenzó a caer con gran intensidad al comienzo de la carrera. Mónaco no permite errores. Pero, con lluvia, las vallas protectoras están permanentemente en la cabeza de los pilotos. Se convierten en una especie de pesadilla de la que es imposible liberarse. Ayer, casi todos las sufrieron o al menos las rozaron en algún momento. Y Hamilton no fue la excepción. El británico había ganado ya dos veces en Montecarlo -en F-3 y en GP2- y sabía que lo más importante en este trazado es no perder la compostura. Contrariamente a lo que había hecho en la parte final del año pasado, cuando enterró sus opciones de título por sus propios errores en China y en Brasil, esta vez Hamilton actuó como un piloto sólido y logró templarse.
No perdió la calma cuando sufrió su único despiste en la curva de la Piscina y salió de los boxes en quinta posición, por detrás de Alonso, entonces cuarto y con todas las opciones de subirse al podio. Hamilton permaneció tranquilo, esperando su momento y creyendo con una fe ciega en la estrategia que le había marcado su equipo. "No te duermas, confía en ti mismo y piensa que puedes ganar la carrera", le dijeron por la radio. No defraudó. La estrategia era arriesgada porque le habían llenado el depósito y debía mantener la calma mientras se mantuviera en el tráfico. Los acontecimientos posteriores avalaron el plan.
Por un lado, Alonso sufrió su primer percance (séptima vuelta) cuando tocó la valla en el Casino y pinchó un neumático. Por el otro, se produjo la primera entrada del coche de seguridad, como consecuencia del accidente sufrido entre Coulthard y Bourdais, lo que le permitió recuperar los prácticamente 30 segundos que había perdido. Y como colofón, Raikkonen cumplió la sanción de drive-through (paso por la recta de boxes) que le impusieron por no tener montadas las ruedas tres minutos antes de tomar la salida. Todo aquello le situó en tercera posición, a 13 segundos del líder, cuando los dos primeros, Kubica -que había superado a Massa, tras una salida de éste- y el brasileño debían realizar su primer repostaje.
En aquellos momentos, Alonso había desaparecido engullido por su exceso de ambición. La lucha estaba entre Kubica, Massa y Hamilton. El polaco repostó en la 26ª vuelta y Massa en la 33ª. El brasileño superó a Kubica en el repostaje, pero no a Hamilton. Y Ferrari no pareció muy preocupado por aquella circunstancia, hasta que descubrió que el británico estaba realizando una tirada larguísima y que en sus últimas vueltas, ya sin tanto carburante, era capaz de arañar a Massa y a Kubica entre dos y tres segundos por vuelta. Cuando Hamilton entró en el pit-lane, en la 54ª vuelta, le llevaba ya 37,6 segundos al brasileño y bastantes más al polaco.
Hamilton salió primero y ganó sin remisión. Massa pagó de nuevo las culpas de una estrategia equivocada al entrar en boxes a poner neumáticos de seco. Kubica le pasó y concluyó segundo. Decidido el podio, sólo faltaba que Raikkonen protagonizara uno de los más tristes incidentes de la jornada: se pasó de frenada en la salida del túnel, percutió contra el Force India que le precedía y arruinó la carrera que iba a marcar la vida de Adrian Sutil. El alemán se había consolidado en la cuarta posición y hubiera logrado un resultado impensable con un coche de los de la cola.
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