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Gran Premio de Mónaco de Fórmula 1
Columna
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Ferrari se equivocó en todo

El contraste entre McLaren y Ferrari fue absoluto en la carrera de Mónaco. Mientras unos supieron reaccionar con inmediatez ante la adversidad, los otros se durmieron en sus laureles y llevaron su conservadurismo hasta límites extremos. El resultado final dio la razón a los primeros y se la quitó a los segundos. La victoria de Lewis Hamilton fue el producto de un equipo vivo que supo sacar rendimiento de una situación anómala. El desliz que tuvo Hamilton en la quinta vuelta, cuando tocó la valla y rompió su rueda trasera, fue la clave de su victoria. En aquel momento, el equipo cambió la estrategia, llenó el depósito de gasolina y decidió ir sólo a otra parada. En el fondo, decidieron pasar de dos paradas a una, porque la primera fue consecuencia de un error de carrera.

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Hamilton salió a la pista con un coche más pesado y con neumáticos intermedios -los mismos que estaba utilizando todo el mundo-. Y la combinación funcionó. A partir del momento en que Robert Kubica y Felipe Massa realizaron su primer repostaje -alrededor de la 33ª vuelta- el británico encontró la pista libre en la cabeza de la carrera y comenzó a marcar unas diferencias brutales en relación con sus rivales. Su set-up era mucho mejor que el de los Ferrari, y Massa no encontraba soluciones para paliar las diferentes prestaciones que estaban concediendo los dos monoplazas. Hamilton les arrebataba entre dos y tres segundos por vuelta y cuando entró en su repostaje -en la 54ª vuelta- la carrera estaba ya decidida a su favor.

¿Dónde estuvo el problema? En el hecho de que tanto Ferrari como BMW fueron demasiado conservadores. Cuando los de Maranello vieron que la diferencia entre Hamilton y Massa se estaba acentuando de forma preocupante, debieron tomar la decisión de cambiar los neumáticos de Massa, quitarle los intermedios y colocarle ya los de seco. Fernando Alonso, que los cambió en la vuelta 45, les había mostrado el camino, porque estaba realizando buenos tiempos con los blandos de seco. Pero Ferrari no hizo caso de eso, les parecía obvio que no era su problema, debían estar convencidos de que la situación no acabaría siendo concluyente. Y se equivocaron de pleno.

Si Massa hubiera pasado a neumáticos de seco 10 vueltas antes, tal vez tampoco habría ganado la carrera, pero al menos hubiera tenido muchas opciones de acabar en segunda posición. Ferrari estuvo muy dubitativa toda la carrera, desde el primer momento, cuando cometió un error de peso al no montar las ruedas en el coche de Kimi Raikkonen tres minutos antes de tomar la salida, lo que le costó una sanción (pasar por los boxes sin pararse), hasta los errores estratégicos que arrastraron hasta el final con Massa y el mismo Raikkonen.

Sin embargo, no fueron los únicos. Tampoco BMW debe sentirse muy orgullosa de la forma como dirigió la carrera de Robert Kubica. El polaco hizo un trabajo espléndido y fue, junto a Adrián Sutil, el único que no cometió ningún error de pilotaje. Pero mientras el alemán tenía motivos para sentirse orgulloso de haber llevado su Force India hasta la cuarta posición, Kubica podía tener el sentimiento de que con una estrategia más arriesgada habría podido ganar la carrera.

Da la impresión de que en BMW no acaban de creerse que pueden ganar. Y cuando Kubica entró en el primer repostaje, debieron evaluar la situación y cargar el depósito a tope para ir a una sola parada. En un circuito como Montecarlo, el mayor peso del combustible no penaliza tanto como en otros trazados e incluso puede ayudarte dándote más grip. Pero hay que jugársela. Y el equipo alemán no parece dispuesto todavía a hacerlo. Prefiere lo seguro, un segundo puesto que tampoco está nada mal.

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