_
_
_
_
_

Moraira y Xàbia se llenan de polvo y zanjas por obras interminables

Comerciantes y turistas, perjudicados por el retraso en finalizar los trabajos

El paraíso está de obras. Y amenazan con eternizarse. Dos de los enclaves más emblemáticos e La Marina Alta, por su valor turístico y paisajístico, como son el casco antiguo de Xàbia o el acceso a la playa de El Portet de Moraira, llevan meses e incluso años soportando zanjas, polvo y ruidos a causa de los problemas financieros de las empresas y de adjudicaciones muy polémicas por parte de los ayuntamientos para peatonalizar calles o construir aparcamientos.

Los comerciantes afirman que las ventas del Senillar han caído un 70%
El centro de Xàbia lleva aislado más de dos años por las diferentes obras

Alain Darrieulat es un ciudadano francés que gestiona un restaurante en Moraira, en el término de Teulada. Su vida cambió cuando el alcalde, José Ciscar, del PP, decidió aprobar un ambicioso plan de urbanización en el Senillar, el paseo donde se encuentra su establecimiento, prácticamente en primera línea de playa. El proyecto recoge la construcción de dos aparcamientos subterráneos de 426 plazas cubiertos por un gran espacio peatonal con zona verde y tres fuentes con espectáculo de luz y de agua. Las obras se adjudicaron en enero de 2007 a la empresa Grupo Real por 10 millones de euros, si bien no comenzaron hasta octubre de ese año. Entonces fueron suprimidos el antiguo aparcamiento de 250 plazas, el arbolado y el mobiliario urbano y se abrió una gran zanja para iniciar la nueva construcción.

Ahí comenzaron los problemas. Las dificultades financieras obligaron a la mercantil a paralizar las obras. Y durante meses lo único que les ha quedado a Darrieulat y a los vecinos del entorno delante de sus establecimientos es un gran boquete que les separa del resto del mundo y les llena de polvo las sillas y mesas de su terraza. Entre tanto, el Ayuntamiento aprobó en un pleno en abril de 2008 una modificación en el contrato de la obra que mejoraba las prestaciones para Grupo Real, al aumentar la explotación del aparcamiento de 38 a 40 años y al incrementar el presupuesto hasta los 12,5 millones de euros.

Mientras, las ventas de los comerciantes y restaurantes del Senillar de Moraira han descendido en estos últimos ocho meses un 70%, afirman los afectados. Los propietarios se han unido en una plataforma de la que Darrieulat es presidente y que exige al Ayuntamiento soluciones. Al menos durante estos días el Consistorio ha ordenado a la empresa tapar la gran zanja para que la zona sea accesible durante los meses de verano. Pero para la plataforma vecinal esa medida no es suficiente. Exigen compensaciones económicas por los perjuicios y muestran su inquietud por el futuro porque no saben si las obras se reanudarán algún día. "Estamos en una crisis económica muy fuerte. Y es muy difícil que esta empresa o cualquier otra tengan capacidad suficiente para reanudar las obras", explica con amargura Darrieulat. El regidor asegura que está en permanente diálogo con los afectados, con los que se reunió en abril, y a los que ha eximido del pago de las tasas de ocupación pública para compensar la situación que padecen.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Pero Moraira no es una excepción. Desde hace más de dos años, Xàbia es una ciudad tomada por las obras. Su casco antiguo, un magnífico complejo de casas señoriales construido alrededor de la iglesia-fortaleza gótica de Sant Bertomeu, ofrece un aspecto desolador. Pasarelas de hierro para acceder a los comercios sobre calzadas destripadas. Amasijos de cables eléctricos amontonados en las aceras. Camareros que pasan el día retirando sillas de las terrazas para que pasen las excavadoras. Una sucesión infinita de zanjas que parecen trincheras. Obreros convertidos en vigilantes que obligan a los transeúntes a dar un rodeo inmenso para llegar a sus casas. Esa es la Xàbia de hoy.

Así dos largos años, desde que en 2006 comenzara un ambicioso proyecto apoyado por la Unión Europea que ascendía a 20 millones de euros para rehabilitar el casco antiguo, primer reclamo turístico de la población. Pero la primera adjudicataria, Generala, fue un fiasco. En marzo de 2007, cuando se cumplió el plazo de 14 meses para concluir las obras, éstas apenas se habían ejecutado en un 30% y la mercantil exigía dos millones de euros para seguir. El alcalde, Eduardo Monfort, del BNV, decidió rescindir el contrato con Generala, y adjudicar al proyecto a una nueva empresa.

Ahora, las obras avanzan a buen ritmo. Pero ya han perdido los comerciantes y restaurantes de la zona, que dicen haber visto reducidos sus beneficios en un 80%. Y también ha salido malparada la imagen turística de la población. Hará falta tiempo para volver a atraer visitantes a las calles históricas de Xàbia.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_