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Nagel insiste en pedir el derecho moral sobre su obra en Amorebieta

El artista donostiarra recurrirá la sentencia ante la Audiencia vizcaína

Pese a que el Juzgado de lo Mercantil número 1 de Bilbao ha respaldado su exigencia de que el Ayuntamiento de Amorebieta no cambie de ubicación la escultura que le encargó en octubre de 2002, el artista Andrés Nagel (San Sebastián, 1947) va a recurrir la sentencia ante la Audiencia de Vizcaya.

El autor apelará el fallo porque sólo se sustenta en los puntos del contrato

Pese a que el Juzgado de lo Mercantil número 1 de Bilbao ha respaldado su exigencia de que el Ayuntamiento de Amorebieta no cambie de ubicación la escultura que le encargó en octubre de 2002, el artista Andrés Nagel (San Sebastián, 1947) va a recurrir la sentencia ante la Audiencia de Vizcaya. El juez Edmundo Rodríguez ha dictado su resolución teniendo en cuenta los pactos alcanzados en el contrato, pero no sobre la base del derecho moral que reconoce la Ley de Propiedad Intelectual en favor del autor, como pretende Nagel.

El consistorio de Amorebieta, gobernado en 2002 por la peneuvista Begoña Azarloza, encargó a Nagel la pieza, conocida popurlarmente como La patata, para una rotonda en la que confluyen cuatro calles. El contrato suscrito entre el consistorio y el artista consideraba esencial el emplazamiento de la pieza y recogía la intención de acordar con el autor cualquier posible cambio de su ubicación, según reconoce la sentencia.

La actual corporación, encabezada por el también peneuvista David Latxaga, ha encargado un proyecto de reordenación urbanística de la zona donde ahora luce la escultura de Nagel, que pasa por reducir el tráfico rodado y darle un carácter peatonal. Y ese plan prevé la retirada de la pieza modelada en bronce, según considera probado el fallo judicial.

El juez entiende que las condiciones del contrato impiden la retirada o el traslado de la escultura y además no encuentra razones de "interés público" que justifiquen ese cambio. Sin embargo, no ha estimado la petición de Nagel de prohibir expresamente cualquier cambio de ubicación futuro. Tampoco la solicitud de impedir ese traslado en virtud del derecho moral del autor a la integridad de su obra que esgrime el artista.

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Es, sobre todo, en este último punto en el que discrepan Nagel y su representante, la Fundación Arte y Derecho, por lo que recurrirán la sentencia a la Audiencia de Vizcaya.

"La escultura no es independiente del espacio para el que fue creada y el autor acordó crearla para que fuera divulgada en ese espacio. La expresión de la creación, es decir, su divulgación, se concibió como un todo: espacio y escultura", defendieron ayer en San Sebastián el artista y Javier Gutiérrez Vicén, patrono de la mencionada fundación.

Su objetivo es crear jurisprudencia en España. "Es necesario que, al igual que en otros países europeos, los jueces consagren el derecho moral de los autores de las obras que se divulgan de manera permanente en espacios públicos a exigir que no se modifique su emplazamiento", ya que "forma parte de un todo en su concepción", insistieron.

Gutiérrez Vicén recordó que Nagel no reclama una indemnización económica, mientras que el artista recalcó que su litigio no supone una cuestión de "capricho", sino de "intenciones". Por eso, afirmó que cuando éstas se asientan sobre el respeto, los problemas "se solucionan enseguida". Y puso como ejemplo dos casos, en San Sebastián y Barcelona, donde se ejecutaron obras en los lugares donde están instaladas sus piezas realizando las modificaciones pertinentes de mutuo acuerdo y sin trasladar las esculturas de sitio.

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