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La lucha contra el narcotráfico

La guerra que México no puede perder

El Gobierno de Felipe Calderón endurece la ofensiva contra el narcotráfico - De la ruptura de los carteles tradicionales ha surgido una banda más cruel, Los Zetas

A la banda de Los Zetas no les tiembla el pulso para asesinar a plena luz del día con ráfagas de metralleta o a machetazo limpio. Han dejado de ser los sicarios a sueldo del cartel del Golfo para montar su propio negocio, un supercartel que pretende controlar el tráfico de cocaína, marihuana y cualquier otra droga en México y EE UU. La aparición de este nuevo grupo es consecuencia de la guerra que el presidente Felipe Calderón declaró al narcotráfico tan pronto como llegó al poder, en diciembre de 2006. La batalla sin cuartel ha revuelto el avispero de los carteles, ha enfrentado a unos contra otros y a todos con el Ejército y la Policía Federal.

En año y medio de batalla han muerto 3.600 personas; 300 de ellas, policías
"El tráfico de droga está cada vez más en manos de sicarios", dice un experto
"Rescataré todas las regiones asoladas por los narcos", ha dicho el presidente
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La crueldad de la lucha no tiene parangón: 3.600 personas han muerto -una media de ocho muertos diarios- y ha habido más de 10.000 detenciones relacionadas con un negocio que mueve más de 10.000 millones de euros anuales. Durante 2007 fueron asesinados 300 policías, 60 de ellos eran jefes y el crimen más destacado fue el de Edgar Millán, jefe de la Policía Federal, acribillado a la puerta de su casa a principios de mes.

La movilización de 36.000 militares y policías a los Estados de Sinaloa, Michoacán, Chihuahua y Tamaulipas, entre otros, está dando resultados: el cartel de Tijuana, dirigido por los hermanos Arellano Félix, el de Juárez, de Vicente Carrillo Leyva, y buena parte del cartel del Golfo han sufrido duros golpes, aseguran fuentes gubernamentales. La llamada "federación", la alianza creada por varios capos del narcotráfico del Estado de Sinaloa -Joaquín El Chapo Guzmán, los hermanos Beltrán Leyva, Ignacio Nacho Coronel e Ismael El Mayo Zambada-, se ha desmoronado a pesar de su solidez en el negocio del tráfico de drogas. Fue justamente el debilitamiento de la federación lo que permitió emerger a Los Zetas, más crueles, más preparados militarmente, y dispuestos a todo.

En medio de la ofensiva del Gobierno y las batallas intestinas, Heriberto Lazcano y Miguel Treviño Morales, los dirigentes de Los Zetas, decidieron unirse con los hermanos Beltrán Leyva para crear un supercartel de la droga, según datos de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) revelados por el diario mexicano El Universal: "Los Zetas son muy peligrosos. Pueden superar a cualquier cartel conocido ahora y representar un verdadero problema de seguridad nacional para México y EE UU", dijo la fuente.

Los Zetas son los asesinos mejor preparados de México. Muchos de ellos son ex militares corrompidos a finales de los noventa por el capo del cartel del Golfo, Osiel Cárdenas -en prisión en Estados Unidos-, que los convirtió en su brazo ejecutor. Son expertos en el manejo de todo tipo de armas y explosivos, en comunicaciones y en operaciones de asalto. Impusieron su ley en el norte del Estado de Tamaulipas matando a los narcos rivales, aplastando cualquier oposición y comprando a cientos de policías y jueces locales. Desde ese punto del extremo noreste del país, llegaron a sembrar de cadáveres todo México.

El nuevo cartel también inauguró el código violento que hoy pone los pelos de punta a los mexicanos: decapita sistemáticamente a los traidores, asesina a familias enteras de sus rivales, practica levantones (secuestros) a mansalva y, casi siempre, para luego torturar y ejecutar a las víctimas. Su violencia hizo tan famosos a Los Zetas que hasta pueden hallarse vídeos sobre ellos en YouTube.

La DEA ha detectado reuniones de los jefes de Los Zetas con distribuidores en territorio estadounidense, según ha publicado la prensa mexicana. En las escuchas, la banda "asegura el suministro de droga porque cuenta con suficientes armas y medios para eliminar a cualquier enemigo y ser a corto plazo el principal cartel de México...". La DEA sostiene que Los Zetas tienen en Estados Unidos una presencia menos estructurada que en México, aunque ya disponen de gerentes en la zona fronteriza y subcontratan a las pandillas mexicanas para distribución de la droga.

El presidente Calderón ha insistido en diferentes actos públicos que no va a dar un paso atrás en su ofensiva contra el narcotráfico, a pesar de lo dura que está siendo la batalla. Calderón ha declarado que su Gobierno está decidido a "rescatar las ciudades y las regiones de México asoladas desde hace ya mucho tiempo por el crimen organizado... Aun a costa de la vida de los servidores públicos como los que han sido asesinados hasta ahora".

Los enfrentamientos entre los carteles y la fractura de los mismos han sido atribuidos por Calderón a que "el Gobierno ha golpeado de manera contundente en la estructura financiera y operativa de varios de esos grupos (...). Esto está forzando a una recomposición de los carteles y a una confrontación que se registra no sólo frente a las fuerzas públicas sino particularmente, y de manera muy intensa, entre los propios carteles", ha dicho el presidente.

El analista en temas de seguridad Jorge Fernández Menéndez da la razón a Calderón. "Alguien puede pensar que la ola de violencia, en especial los recientes asesinatos de jefes de la policía, indican que el Estado está perdiendo la guerra contra el narcotráfico. Es lo contrario: la escalada de la violencia se genera porque las organizaciones criminales están, a pesar de que aún son fuertes, resquebrajándose. El narcotráfico está cada vez más en manos de sicarios que de los tradicionales gestores del negocio. Y esto se debe a que los grupos sienten mucho la presión de las fuerzas del Estado, a pesar de que aún pueden contraatacar".

El embajador de EE UU, Tony Garza, declaró en una reciente rueda de prensa que "México está enfrascado en una lucha con los carteles de la droga que no se puede permitir perder. Las organizaciones criminales están usando tácticas sangrientas para probar la fuerza de voluntad del pueblo mexicano. Calderón ha demostrado que México no se amedrentará ni cederá el control de las calles a los criminales".

El Congreso mexicano, sin embargo, ha pedido al presidente que revise su estrategia de guerra contra el narcotráfico. Le reclamó "que tomase medidas para restablecer la tranquilidad y el Estado de derecho frente a los grupos del crimen organizado que han lanzado un reto abierto a las autoridades". Los parlamentarios han advertido sobre la creciente inseguridad en estados como Sinaloa, Baja California, Colima, Sonora, Querétaro y Tamaulipas.

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