"Que fundan a Millán Astray"
A Coruña retirará la estatua del militar franquista tras la denuncia de un jubilado
Fue el hartazgo lo que movió a Ovidio Bao, un veterinario retirado de 87 años, a plantarse hace unos días en un juzgado de Instrucción de A Coruña con una denuncia contra el Ayuntamiento por incumplir la ley que obliga a retirar toda simbología franquista de las calles y edificios públicos en una ciudad en que proliferan las huellas de la dictadura y los homenajes a los golpistas de 1936. "Esos recuerdos no sirven de nada, di el paso porque soy viejo, estoy agotado y quiero acabar con todo eso de una puñetera vez".
Y su iniciativa, inédita, parece haber hecho mella en el gobierno municipal, hasta ahora remiso a emprender, en aras de no remover supuestos "valores artísticos o históricos", la obligada retirada de la simbología falangista y franquista que campa a sus anchas en A Coruña. Por de pronto, el alcalde, el socialista Javier Losada, desveló ayer, como "primer paso", la supresión hace unos días de una pequeña placa, en el corazón de la ciudad, que rezaba Los Cantones de José Antonio, el anterior nombre de lo que es hoy el Cantón pequeño.
"Soy viejo, estoy agotado y quiero acabar con esto de una puñetera vez" "A la gente le parece un cuento lo que pasó. Espero que despierte"
Del cambio de nombre de las 69 calles, entre ellas las principales arterias de la ciudad, que rinden homenaje a falangistas y franquistas, aún no se sabe nada. Pero el regidor también anunció la pronta retirada, aunque sin tampoco ponerle fecha, de la estatua de Millán Astray, el fundador de la Legión y destacado falangista que fue jefe de Prensa y Propaganda en los primeros años de la dictadura. El contestado monumento, que preside una pequeña plaza a espaldas del Palacio Municipal de María Pita, será depositado en el Museo Militar, cuando finalicen las obras de ampliación ahora en curso, explicó Losada.
"Lo que habría que hacer es fundir la estatua, que desaparezca del todo", replica Bao, desde su domicilio, en el edificio más alto de A Coruña que domina la calle Cabo Santiago Gómez, otro coruñés erigido en héroe por las autoridades franquistas por haber muerto, el día del golpe militar de 1936, al estallar el cañón con el que estaba disparando contra la sede del entonces Gobierno Civil, la más alta instancia de la República en la ciudad. Y es que en A Coruña, no se puede dar un paso sin toparse con símbolos u homenajes a los vencedores de la Guerra Civil y la larga dictadura que le siguió.
Este anciano veterinario es hijo de un represaliado militante de Izquierda Republicana, el partido de Manuel Azaña, que "estuvo tres años escapado" y padeció la cárcel. "A mí lo que me dejo frío es que cuando fui a presentar la denuncia, el secretario del juzgado me contó que su padre fue fusilado y su abuelo desapareció". El anciano, con declarada "mala leche", no se explica cómo causa tanto revuelo "algo tan simple" como acudir, como él hizo, a un juzgado para presentar una denuncia, que escribió sin ayuda de nadie, sólo "por desahogo". "La gente está dormida o les parece un cuento lo que pasó, espero que tengan el valor de despertar y reaccionar", insiste.
Bao se hartó de ver leyes incumplidas, como la de 1981 sobre el escudo constitucional que daba un plazo de tres años para la retirada de toda simbología de la dictadura en edificios públicos y calles. O de ver y oír "el despertar de la derecha" ante la Ley de la Memoria Histórica, en vigor desde enero, que también obliga a suprimir todo homenaje y recuerdo de los franquistas. Y qué decir de la polémica sobre el Pazo de Meirás. Bao no se explica cómo la casa de Emilia Pardo Bazán "regalada a Franco por ser jefe de Estado" no forme parte hoy del Patrimonio del Estado, o que ni tan siquiera "el presidente de la Xunta tenga permiso para entrar en él". "Me importa todo un rábano, en la cárcel no me pueden meter por edad, en todo caso en un hospital", replica, pragmático, Ovidio Bao a su esposa, inquieta por la posibilidad de que su iniciativa judicial tenga "consecuencias malas". Dentro de 15 días, volverá por el juzgado para ver si se admitió a trámite su denuncia, a la que no piensa renunciar pese al anuncio del alcalde. "El primer paso es que se retire todo de una vez", clama.
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