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El agua del grifo de Valencia sabrá mejor en el futuro

Aguas de Valencia prevé invertir hasta 10 millones para aumentar su calidad

Miquel Alberola

El agua de Valencia es, según varios estudios de consumidores, una de las peores de España por su cantidad de calcio y sales. A ello se añade su tradicional sabor industrial causado por la utilización del cloro de oxidación aplicado en la cabecera de la potabilización. Su gusto poco agradable ha empujado a muchos abonados en la ciudad y su área metropolitana hacia el consumo de agua mineral. Sin embargo, empiezan a abrirse caminos de retorno hacia el agua del grifo. El grupo Aguas de Valencia introducirá a partir de este verano un cambio en el proceso de potabilización que mejorará sensiblemente su calidad.

El dióxido de cloro sustituirá al cloro y luego se aplicará luz ultravioleta

La medida consiste en sustituir el cloro de oxidación, que hasta ahora se ha venido utilizando en las aguas superficiales de las que se nutren las plantas de Picassent y Manises, por dióxido de cloro, un oxidante que elimina los microorganismos con la misma eficacia del cloro y que no afecta al sabor ni al olor del agua. Solo en la planta de Picassent, la empresa utiliza 147,6 toneladas métricas de cloro al año. Para llevar a cabo este proyecto, la compañía ha previsto una inversión de un millón de euros. Pasados tres años, lo perfeccionará dando paso a otro sistema de desinfección mayor que no requiere compuestos químicos y en el que invertirá cinco millones en la planta de Manises, abastecida por el río Turia, y cuatro en la de Picassent, que se nutre del Júcar desde la parte alta de la presa de Tous. Este nuevo sistema utilizará rayos ultravioleta mediante lámparas insertadas en tuberías, cuya acción revienta la membrana celular de los microorganismos logrando una destrucción microbiológica total.

Sin embargo, pese a todas estas medidas, las tuberías por las que transcurre el agua pueden adherir sabores. Sobre todo, en edificios viejos. En los últimos años, ciudades con aguas de mala calidad, como Gandia, que tenía una saturación de nitratos por el uso agrícola de su huerta, han conseguido, mediante la tecnología, aguas equiparables a las de mineralización débil.

El índice de nitratos en Valencia está por debajo de los límites, pero el agua podría mejorar más aún rebajando su cantidad de calcio. Sin embargo, ello no constituye una medida prioritaria para el Ayuntamiento de Valencia, ya que, pese a suponer una mejora para el consumo humano y la vida de los electrodomésticos, no hay obligación medioambiental para hacerlo.

En 2007, Valencia consumió 49.420.000 metros cúbicos de agua, unos 119,7 litros por habitante diarios. Solo el 20% correspondió al consumo humano; el resto se repartió entre uso industrial y riegos. En ese mismo periodo, el consumo decreció entre un 2% y un 3% (unos dos hectómetros cúbicos) debido, según Aguas de Valencia, a la concienciación de la gente, mientras que los abonados han aumentado en la misma proporción. Ello supone un ahorro real de agua de alrededor del 5%.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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