Intereses cruzados
La polémica ocupa a tenistas, clubes de fútbol, jueces, ciclistas y detectives de la Interpol. Las casas de apuestas por Internet buscan su sitio en el mundo del deporte con patrocinios millonarios. Su actividad, sin embargo, ha generado situaciones paradójicas ante la falta de un marco regulador común. En 2005, el Madrid presentó una demanda conjunta contra varias casas de apuestas online. Reclamaba una compensación por el uso de su imagen en la red. Hoy, Bwin luce en la camiseta del Madrid y 888.com en la del Sevilla.
En España la actividad de las casas de apuestas, que siempre han defendido la transparencia de su negocio, no está regulada. En Francia, su publicidad está prohibida, como quedó patente con la exclusión del equipo de Unibet del Tour 2007. Y en Alemania, ni siquiera las triquiñuelas del Werder Bremen pudieron sortear la ley: como la Liga prohibió al equipo promocionar una casa de apuestas extranjera, los directivos sustituyeron el logo de bwin por el de we.win. Un juez prohibió el truco, igual que otro obligó al Milan a pagar 100.000 euros por lucir en su camiseta el mismo tipo de publicidad durante un partido de Champions. En el fondo del problema subyace el monopolio estatal en la concesión de licencias para la actividad y el descenso de ingresos de las compañías públicas dedicadas a las apuestas.
Hay deportes que discuten la presencia de las casas de juego en sus competiciones. Es el caso del tenis, que ha suspendido ya a cinco tenistas por apostar y ha perdido una demanda, presentada por el organizador de Roland Garros, para que su nombre no pueda ser usado en apuestas por Internet. Hay un miedo reconocido al amaño. Nadie, sin embargo, se ha quejado porque las casas de apuestas patrocinen torneos.
La Interpol, además, investiga si Internet y su dinero han servido para alterar el resultado de 26 partidos de fútbol en competiciones organizadas por la UEFA. Y varias asociaciones contra la ludopatía anunciaron demandas contra los clubes españoles patrocinados por casas de apuestas, exigiendo que se prohibiera la venta de sus camisetas para menores de 18 años. Que Raúl juegue con su patrocinio, dicen, genera un efecto llamada entre los niños.
J. J. MATEO
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