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La crisis del Partido Popular

Rajoy contraataca frente a los duros del PP

Los críticos pierden apoyos - Abucheo a Gallardón - Aguirre se enfrenta a Fraga

La división interna del PP entre sus dos almas, la dura y la moderada, empieza a llegar a la calle. Un acto previsto para homenajear a los 12 guardias civiles asesinados por ETA en 1986 en la plaza de República Dominicana, en Madrid, se convirtió ayer rápidamente en una clara muestra de los dos PP que luchan por marcar la senda del partido.

Rajoy ha empezado a dar síntomas de moderación tras el atentado de ETA
El enfrentamiento entre los dos PP llega a la calle con vítores a Aguirre
El líder ofrecerá un discurso ideológico el martes en una universidad
El nombre del secretario general mostrará si el cambio es real
"Los 'ultras' siempre son noticia, pero hay 100.000 que no tiran botellas"
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Mientras el moderado Alberto Ruiz-Gallardón, que apoya sin matices a Mariano Rajoy, y su mentor, Manuel Fraga, recibían abucheos y malos gestos, Esperanza Aguirre, gran rival política de Rajoy -amagó con una candidatura alternativa- era vitoreada. "¡Esperanza, presidenta!", "¡Viva María San Gil!", "¡Fuera Rajoy!", gritaban decenas de exaltados mientras el presidente de la AVT, Juan Antonio García Casquero, trataba de calmarlos sin éxito.

Los choques también son personales. Si esta semana fue María San Gil la que se encaró con Rajoy -"tengo un problema de confianza contigo, te falta liderazgo", le dijo- ayer fue la propia Aguirre, siempre directa, la que le espetó al presidente fundador, padre de la derecha española: "Don Manuel, ya me dirá usted luego qué problemas son ésos que causo yo al partido".

Alguien la escuchó desde la tribuna, como también oyó a Manuel Cobo, número dos de Alberto Ruiz-Gallardón, preguntar a Aguirre: "Pero ¿qué haces tú pidiendo explicaciones a Don Manuel?". Fraga ni contestó. La víspera había dicho en una entrevista que Ruiz-Gallardón "nunca ha dado problemas" al PP, y que Aguirre sí lo ha hecho por estar "tan convencida de sus ideas y su valía".

El órdago lanzado por María San Gil ha dejado las cosas más claras que nunca. Sólo falta ya una candidatura alternativa, que nadie descarta aunque sigue sin aparecer la cabeza visible -el diputado Juan Costa ha rechazado varios intentos-.

Pero incluso sin alternativa ha quedado en evidencia que los duros, los representantes de ese otro PP al que se enfrenta Rajoy, están chantajeando al líder. O mantiene la línea seguida estos últimos años o le harán la vida imposible y plantearán batalla en el congreso. Una candidatura alternativa no es la única fórmula. También puede haber una votación en blanco masiva o una batalla campal en las ponencias.

San Gil es la que más claramente ha hablado, aunque le han seguido personajes clave como la propia Aguirre, Jaime Mayor, Carlos Aragonés y Ana Botella -esposa de José María Aznar, que insistió ayer en que San Gil "es un referente de los valores que encarna el PP"-.

Valores y principios son las palabras clave. El sector duro quiere impedir un giro estratégico de Rajoy para moderar el partido. San Gil lo dijo muy claro el miércoles: "Los votos no te dan o te quitan la razón. Tendríamos que estar haciendo una oposición muy firme, y no replantearnos determinados principios, modulaciones de mensaje o cambios de estrategia".

¿Está Rajoy cambiando los principios? Él lo niega. En su tensa conversación con San Gil el miércoles se lo dijo: "María, yo no estoy cambiando nada, y mucho menos los principios". Pero esta semana, con un asesinato de ETA encima de la mesa, ha dado argumentos a los duros.

Tras los últimos tres atentados había sido imposible lograr una foto unitaria. El PP siempre quería comparecer por separado. Tras el asesinato del concejal socialista Isaías Carrasco, a sólo 48 horas de las elecciones, Ignacio Astarloa compareció solo en el Congreso y se encargó de meter el dedo en el ojo: "La unidad es absolutamente esencial, pero debe serlo para derrotar al terrorismo, y derrotar es lo contrario que negociar con el terrorismo".

El miércoles, Astarloa intentó que todo fuera como siempre. Detrás de Soraya Sáenz de Santamaría, la portavoz, trató de forzar una comparecencia por separado. "Nosotros preferimos hacerlo como siempre", dijo. Ángel Acebes, a su lado, no habló. Varios portavoces trataron de convencer al PP. "Podemos leer juntos el comunicado y luego si queréis dais una rueda de prensa", terció Josu Erkoreka, del PNV.

Fue Sáenz de Santamaría, desautorizando a Astarloa, la que sentenció: "No hay ningún problema, comparecemos todos juntos". La portavoz del PP aceptó incluso que fuera José Antonio Alonso, su homólogo socialista, quien leyera el comunicado mientras ella se colocaba detrás. Nunca había pasado algo así desde que gobierna el PSOE. Y encima después renunció a su pregunta al Gobierno para mostrar unidad. Fue demasiado para los duros. Astarloa no aplaudió a su portavoz, en un gesto claro de distancia.

Sin embargo, algunos dirigentes creen que Rajoy todavía no ha tomado una decisión definitiva sobre el rumbo a seguir. Es evidente, señalan, que el grupo de marianistas jóvenes -en el que están Sáenz de Santamaría, José Luis Ayllón, Alfonso Alonso y el propio José María Lassalle, el hombre que discutió con San Gil la ponencia política- tiran hacia la moderación. Alonso incluso ofreció una rueda de prensa el miércoles en la sede del PSOE -algo inédito- desde la que se convocó a una manifestación unitaria en Vitoria, ciudad de la que fue alcalde. Pero nada estará del todo claro hasta que el líder elija a su secretario general, el verdadero hombre -o mujer- fuerte de un partido.

Los duros le están presionando para que ponga a alguien que les guste o al menos no coloque a alguno con perfil moderado como Ruiz-Gallardón o similar. Los de enfrente confían en que dé un golpe de mano aunque eso signifique la guerra. "Rajoy tiene que optar entre dar un golpe en la mesa y arreglar el partido para los próximos 20 años o pactar con los duros y vivir como los últimos cuatro años, en la duda", sentencia un diputado.

Mientras, los marianistas están satisfechos porque la contestación a San Gil en el PP vasco y entre algunos barones como María Dolores de Cospedal demuestra que está sola y que los duros no son tan poderosos. "Esto es como los ultras en un estadio. Siempre son noticia, pero hay 100.000 espectadores que no tiran botellas. En el partido pasa lo mismo", sentencia un marianista.

En cualquier caso, las personas que han hablado con Rajoy esta semana tienen algo claro: el líder ha decidido intentar retomar las riendas de un partido que se le escapaba de las manos. Tiene muy claramente identificados a sus enemigos, y a partir de ahora va a actuar como si hubiera una candidatura alternativa. Sus apoyos en la cúpula siguen firmes -sobre todo los barones Francisco Camps y Javier Arenas- pero es consciente de que hay un enorme desconcierto en el PP y que él mismo como candidato no logra generar grandes entusiasmos.

Por eso él ha decidido contraatacar. El viernes recibió a Gustavo de Arístegui, un moderado que reclamaba que aclare su equipo. Está buscando una cita con San Gil y otra con Jaime Mayor. Y esta semana comenzará a ofrecer discursos ideológicos de contenido. El martes irá a ICADE, una universidad madrileña, y allí aclarará hacia dónde quiere llevar al PP.

Sin embargo, nada podrá evitar las sorpresas que dominan su partido en estos días. De momento, el lunes -día clave en las últimas semanas- coinciden un acto multitudinario de Ruiz-Gallardón en el Foro Abc y la reaparición de Aznar en un encuentro sobre la entrada de España en el euro.

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