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La ofensiva terrorista

"Gracias al pueblo vasco, que me transmitió su fuerza y su dignidad"

La viuda del guardia Piñuel repudia a sus asesinos en un gesto sin precedentes

Fernando J. Pérez

"Soy María Victoria, la esposa y viuda de don Juan Manuel Piñuel Villalón". Apenas 24 horas después de recibir las cenizas de su marido en el cementerio de Málaga, María Victoria Campos, la esposa del guardia civil asesinado por ETA la madrugada del pasado miércoles en Legutiano (Álava), convocó ayer, a través de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), a los medios de comunicación para leer un comunicado. Se trata de un gesto casi sin precedentes entre las familias de las 823 personas asesinadas por el terrorismo nacionalista vasco en sus cuatro décadas de existencia.

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Tras esa presentación, tan seca en apariencia como cargada de significado, arrancaron tres minutos y 50 segundos de pura dignidad. A María Victoria sólo se le quebró la voz en dos ocasiones. La primera vez fue al recordar a su familia, inmersa en "una situación que no tiene explicación, que se sale de los límites de la lógica y el entendimiento humano". La segunda, al pronunciar el nombre familiar de su marido, Manolo. La mujer, vestida totalmente de negro, leyó el resto de la intervención con enorme claridad, sobre todo el pasaje dedicado a los ciudadanos del País Vasco. María Victoria, en un discurso milimetrado, se refirió a ellos usando un término muy querido por el nacionalismo: "Pueblo vasco". "Gracias también al pueblo vasco, que me transmitió toda su fuerza, toda su dignidad y toda su grandeza", dijo la viuda del agente Piñuel.

Para los asesinos de su marido, María Victoria tuvo palabras durísimas: "No sois nadie. Sólo basura. Un punto negro en la limpieza de un gran país". "Y repudiar desde lo más hondo de mi corazón a esos cobardes miserables que no tienen dignidad ni principios, que destruyen sin escrúpulos la vida y las ilusiones de las personas, que no saben respetar un Estado de derecho, que quieren acabar con la democracia y ensucian con sus viles actos la dignidad de su pueblo", leyó, ante decenas de periodistas congregados en un hotel de Málaga.

La esposa del guardia clamó: "Pero que sepan que no quedará así, que luchamos y lucharemos por que esta lacra de asesinos y miserables acabe y que con la ayuda de todos lo vamos a conseguir. Y quiero decir que esta medalla que ya no puede llevarla mi marido pero la llevo yo en su nombre con todo mi orgullo. ¡Viva España y viva la Guardia Civil!".

María Victoria Campos, madre de un niño de seis años, hizo de su intervención un gran agradecimiento. En primer lugar, al cuerpo en el que servía su marido, asesinado con una furgoneta bomba mientras avisaba a sus superiores desde la garita en la que montaba guardia. "Gracias con mayúsculas a la Dirección General de la Guardia Civil por lo bien que se han portado con nosotros en todo momento, desde antes de salir de casa hasta nuestro regreso".

A continuación, los agradecimientos institucionales a los príncipes de Asturias, al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero; a la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, y al resto de autoridades. En el apartado dedicado a los políticos, la esposa del guardia tuvo un recuerdo "muy especial" para el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba.

Luego, dedicó unas palabras para la gente que ha estado cerca de ella y de los suyos en los últimos días: el general Portillo, Teo, Jesús Rico y a sus compañeros, el capitán Antonio, el psicólogo Antonio Romance, Toñi..., y para los medios de comunicación, a los que pidió "respeto" a su intimidad. Y un último agradecimiento: "Gracias al apoyo recibido de las víctimas del terrorismo, ahora, por desgracia, compañeros míos".

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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