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Columna
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El informe del presidente

Joaquín Estefanía

Dentro de pocos días se presentará, previsiblemente, el Informe Económico del Presidente de Gobierno, correspondiente al ejercicio en curso. Este año lo más importante no es dónde hará esa presentación y de quién estará acompañado, aunque también: en 2007 lo hizo en el recinto privado de la Bolsa de Madrid y compartió tribuna con el entonces director de la Oficina Económica de La Moncloa, David Taguas, y con el vicepresidente, Pedro Solbes, que no ocultaba su incomodidad por participar en ese acto. Ya entonces se planteó el difícil encaje de ese informe en un sistema político como el español: si la oposición quiere interpelar el contenido del mismo, ¿cuál es el mecanismo orgánico para hacerlo toda vez que a pesar de ser un informe oficial del presidente no pasa por el Parlamento?

El informe del año pasado desbordaba complacencia, a la vista de lo sucedido en los 12 meses siguientes

Pero lo más significativo este año, más que nunca, será su contenido: conocer un diagnóstico preciso de la situación y las medidas para corregir la desaceleración económica, casi tres meses después de las elecciones generales, cuando esa desaceleración es "más intensa" de lo previsto y quizá se requieran nuevas medidas de estímulo económico, que se tomarán "en función de las circunstancias" (las palabras entrecomilladas pertenecen a Rodríguez Zapatero, en su intervención en el Foro Burgos, el pasado viernes). Esta profundización de las dificultades está haciendo que algunos sectores productivos de la economía, que en coyunturas favorables acusaban al Ejecutivo de intervencionismo (por ejemplo, con la Ley del Suelo), ahora exijan su presencia urgente y la aparición de la chequera del superávit público para sacar sus castañas del fuego, so pena de una catástrofe para el empleo y para el conjunto de la economía. Admirable.

En el prólogo al Informe 2007, Zapatero enfatizó que tal documento, elaborado a través de su Oficina Económica, permitirá durante años sucesivos "la comparación de la economía española desde la óptica de la Presidencia de Gobierno" y contribuirá "al debate económico y social de las políticas económicas que deben diseñarse a medio y largo plazo, con la finalidad de aumentar el bienestar de las generaciones presentes y futuras". Pues bien, el informe pasado decía textualmente: "El escenario macroeconómico para los dos próximos años es muy positivo. Las previsiones apuntan a que en 2007 continuará la fase de expansión económica mundial iniciada en 2002. El crecimiento mundial, que se situará alrededor del 5%, seguirá estando muy repartido entre las distintas áreas, con las economías emergentes liderando este crecimiento. El escenario de riesgo caracterizado por una desaceleración brusca de la actividad como consecuencia del comportamiento del mercado hipotecario y del déficit por cuenta corriente de EE UU tiene una probabilidad bastante reducida" [el subrayado es nuestro].

De nuevo se manifiesta la necesidad de que los hombres públicos -y los economistas- sean humildes con la prospectiva para no equivocarse tan centralmente en los diagnósticos. El Informe 2007 desbordaba autocomplacencia, a la vista de lo sucedido en los 12 meses siguientes. Su prólogo empezaba del siguiente modo: el año 2006 ha sido, en términos económicos, el mejor año en la historia democrática española; la actividad económica ha continuado en 2006 un periodo de expansión que dura ya más de 14 años, por primera vez se han superado los 20 millones de personas ocupadas, alcanzando una tasa del 8,5%, la tasa más baja de la democracia y próxima al promedio europeo... Si la metodología del informe próximo fuese la misma que la del anterior, debería comenzar reconociendo la rapidez con que se deteriora la tasa de crecimiento, y el enorme crecimiento del desempleo en España en el primer trimestre del ejercicio en curso, que le aleja de nuevo de la media europea.

En el Informe 2007 se describía el cambio en el modelo de crecimiento, ya que la construcción estaba siendo sustituida como motor de crecimiento por la inversión en bienes de equipo; y se decía que la productividad, después de haber presentado avances muy moderados, inferiores claramente a los experimentados por las principales economías europeas, parecía haber retomado una tendencia más positiva. Aunque los cambios de modelo y de las tendencias son de largo plazo, ¿cuánto ha variado la situación 13 meses después?

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