Orejudo critica a la Almería más ramplona en un libro
"Es cierto que vivir en Almería todo el año no tiene nada que ver con la fantástica ensoñación de los veranos. Pero ¿en qué parte del mundo no sucede esto? El paraíso se disfruta si el tiempo que se permanece en él es limitado y a ser posible corto, viendo la fecha de salida acercándose irremediablemente". Así resume el ficticio protagonista de la última novela de Antonio Orejudo (Madrid, 1963) su relación de amor-odio con la ciudad más oriental de Andalucía: Almería.
Almería. Crónica personal, editada por la Fundación José Manuel Lara, se aleja de la autocomplacencia y del halago al espíritu provinciano. El propio autor lo advierte en el inicio de su obra y lo cumple a rajatabla. En sus 150 páginas Orejudo lo critica todo: la indolencia del almeriense del presente y del almeriense del pasado, la corruptela del político de antaño y la del actual, los odios entre vecinos larvados en el tiempo y hasta el pegajoso viento de levante.
Pero sobre todo y, por encima de todo, critica un parco panorama cultural que, a su juicio, no ha ido de la mano del impresionante desarrollo económico de la provincia en estos últimos 20 años. "Es posible que el lector se lleve una imagen negativa. Pero eso no me ha influido para poner o quitar cosas", reflexiona el autor.
Orejudo también rinde su particular homenaje a personas que pasaron por Almería, como Antonio Serrano, director de las Jornadas de Teatro del Siglo de Oro, el escritor Agustín Gómez Arcos o el gestor cultural José Guirao.
Almería. Crónica personal también cuenta con el valor añadido de 24 fotografías de Carlos Pérez Siquier sobre La Chanca en los años sesenta, el Parque de Cabo de Gata-Níjar en los ochenta, algún rodaje de los años setenta en Tabernas o instantáneas más recientes de su serie Medianeras.
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