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Reportaje:

La Mala se regala

La rapera gaditana llena la explanada del Bernabéu con un recital gratuito

La Mala tenía ayer ganas de juerga. "Os portáis muy bien", comentaba con ironía la cantante de Malamarismo. "Calláis cuando hay que callar; aplaudís cuando tenéis que aplaudir...". Micro en mano y minivestido ceñido, La Mala (Jerez de la Frontera, 1978) merodeaba de un lado a otro del escenario del Nissan Qashqai Challenge, en la explanada frente al estadio Santiago Bernabéu. Y eso que ya había sonado su vacilón Tengo un trato, y que el público había respondido. Parecían embobados con los cimbreos de esa chica que ha convertido en un éxito el hip-hop pendenciero andaluz. Pero La Mala quería más. Así que pasó a pedir calor de forma clara. "¡Gritaaaaaaa!". Más no podía hacer.

Y lo cierto es que los varios centenares de espectadores de su bolo gratuito se movían ordenadamente dentro del recinto. Así que quizá La Mala, inconformista perenne, se quejaba de vicio, porque al fin y al cabo el público coreaba sus temas con devoción. "Mírame a los ojos si me quieres matar", cantaba La Mala, mientras luchaba con una falda que se empeñaba en mostrar dos muslos poderosos. Y todos añadían el "nanai" que da título al tema, y el "yo no te voy a dejar". El Nissan Qashqai Challenge, una competición europea de ciclismo acrobático que ayer recaló en Madrid, había atraído a decenas de chavales con mountain bikes e indumentaria hiphopera. Aun así, La Mala superó hace tiempo los circuitos del hip-hop. Entre los que cabeceaban sus versos zumbones no era raro encontrar algún moderno de pernera pitillo.

El tono pop del encuentro ya lo había fijado el pinchadiscos que dio entrada a la gaditana. Su revoltijo de De La Soul, The Clash, Blur y White Stripes, con arreglos rhythm and blues, parecía contentar a todos. Antes, los getafenses Despacito y Buenaletra se ganaron la aprobación general con un cancionero suburbial en el que se mezclaban las críticas al consumismo capitalista, las tardes de sábado con la Play y las pullas al alcalde de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón. Aquellos esforzados y orgullosos getafenses no estaban mal, pero todos querían ver a La Mala. Y no defraudó; en poco más de una hora repasó sus éxitos y todos contentos. Y gratis. Pero parecía que la única insatisfecha era la protagonista. "Que no, quilla, que no salgo", sonaba su voz en los altavoces, como salida de la parte trasera del escenario, y reticente a dar un bis. Pero era un farol. Hubo bis, y especial. Ese insinuante que reza "tengo lo que tú quieres", que todos corearon de memoria y que alguno seguía silbando tras el recital.

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