"Con Bush ha ganado el Pentágono"
P olitólogo y constitucionalista, Stephen Holmes es actualmente profesor de la Universidad de Nueva York. Estadounidense, de 60 años, ha enseñado en algunas de las instituciones universitarias más prestigiosas de EE UU: Yale, Princeton, Harvard y Chicago. Su figura, tono y manera de argumentar revelan su procedencia académica. Concedió esta entrevista en su despacho de la sede madrileña de la Fundación Juan March, en donde trabajará como profesor visitante durante varios meses.
Pregunta. ¿Qué país deja a sus espaldas el ocaso de la Administración de Bush y de la ideología neocon? Como constitucionalista, ¿cree que Estados Unidos ha experimentado una erosión de derechos y libertades?
"Dick Cheney es quien ha dirigido el país. Nadie ha tenido fuerza para hacerle contrapeso"
Respuesta. El mayor daño que la Administración de Bush ha hecho a la Constitución no ha sido la restricción de derechos individuales, que se produjo, por ejemplo, en la cuestión de la privacidad. Pero el verdadero daño, en clave interna, es otro. En las sociedades democráticas hay un equilibrio entre el derecho a la privacidad del ciudadano y el derecho al secreto del Gobierno. Ambos son limitados: un ciudadano no puede cometer crímenes en casa, y el Gobierno no puede, por ejemplo, mentir al Congreso. La Administración de Bush ha reposicionado esos elementos en un nuevo punto de equilibrio: con menos privacidad y más secreto. Lo primero es grave; lo segundo, mucho más.
P. La guerra contra el terrorismo ha sido la justificación.
R. Ha sido la excusa; el pretexto para esconder, para limitar el acceso del Congreso a documentos, para no tener que explicar ciertas decisiones. El mayor daño que la Administración de Bush ha hecho a la Constitución es la limitación del derecho a examinar al Gobierno, de obligarle a justificar sus acciones. Esa actitud ha sido acompañada por otras medidas que han completado su estrategia de ocultación.
P. ¿Cuáles?
R. El grupo de personas alrededor de Bush aprendió de Vietnam que la capacidad de acción del Gobierno en política exterior resulta limitada si la opinión pública está muy concienciada y protesta. La leva obligatoria es un elemento que fomenta la presión de la opinión pública. Así, además de aplacar a la gente jugando con sus miedos, han intentado adormilarla librando guerras sin servicio militar obligatorio y sin nuevos impuestos.
P. Han financiado guerras con la deuda.
R. Exacto. Ningún votante ha pagado por ellas; las han cargado sobre las próximas generaciones. Eso rompe la relación de responsabilidad del Gobierno con la ciudadanía, tomando medidas a cargo de quien no ha nacido o no es votante. Esa relación de responsabilidad es un derecho público fundamental que han roto. Han creado un contexto en el que actúan sin explicar por qué hacen lo que hacen. Mucha de la imbecilidad que ha alimentado la política de Bush, ha aflorado aprovechando la ausencia de un control crítico externo eficaz.
P. No han escuchado.
R. Esta gente ha estado viviendo en una burbuja, leyendo sus periódicos, viendo sus televisiones, escuchando a los afines. Lo grave no es sólo que el Ejecutivo se haya aislado y haya arrinconado al Legislativo y la opinión pública, sino que, dentro del propio Ejecutivo, un restringido grupo de personas ha dejado al margen al resto. En la Administración había personas cualificadas que tenían cosas sensatas que decir y que han sido dejadas de lado en la toma de las decisiones que han guiado el país.
P. ¿Qué herencia deja la política fiscal de estos ocho años? ¿Se ha abierto la brecha entre extremos de la sociedad? ¿En qué condiciones encara EE UU la posible recesión?
R. La base de la política social de los republicanos es que la desigualdad nunca es demasiado grande. Ellos saben que produce tensiones; pero no creen que haya que erradicar su causa y redistribuir la riqueza, sino sólo eliminar sus efectos con la coerción. Cárceles, muros, policía. En la actualidad hay casi tres millones de personas en prisión. El encierro es la solución para potenciales choques de clase. Estados Unidos sigue siendo un país extraordinariamente rico, pero la distancia entre clases ha aumentado, y eso será problemático.
P. Quizá es un tema que allí no despierta tanta atención como en Europa.
R. Muchos estadounidenses no se dan cuenta, no entienden el odio que despiertan en ciertos lugares de la Tierra. ¿Por qué nos odian?, se preguntaron tras el 11-S. La mayoría de ellos ignora lo que EE UU hace en otros países o lo que ocurre en los barrios de al lado.
P. Quizá las elecciones de noviembre marquen una inversión de tendencia, al menos en el plano exterior. McCain dijo recientemente que si Estados Unidos quiere que sus aliados escuchen sus argumentos tiene que estar abierto a escuchar las razones de los demás, a dejarse convencer. ¿Cree que McCain garantizaría una inversión de tendencia significativa?
R. Desde luego, si resultara elegido, McCain no actuaría como Bush. Aquí también hay que ver la dicotomía unilateralismo-multilateralismo en clave interna: básicamente, es la confrontación Pentágono-Departamento de Estado. En la Administración de Bush ha ganado el Pentágono. Una Administración de McCain reestablecería seguramente un papel más amplio para el Departamento de Estado, pero no creo que impulsara un cambio de tendencia radical. Sencillamente, con Bush hemos tenido un vicepresidente -que es quien verdaderamente ha llevado el país- excepcionalmente cercano al Pentágono. Nadie ha tenido la fuerza para hacerles contrapeso. Con McCain habría un poco de reequilibrio.
P. ¿Cheney ha dirigido el país?
R. Básicamente. En política exterior, sin duda. En general, el esquema de toma de decisión de estos años ha sido el siguiente: reunión del Ejecutivo con los responsables de cada asunto, que presentan sus puntos de vista y datos; el presidente Bush no sabe muy bien qué hacer. Cheney no habla en la reunión, porque por norma no opina delante de alguien que puede demostrar que está equivocado. Cuando la reunión acaba, Cheney lleva a Bush al despacho de al lado y le dice qué tiene que hacer. Hubiese sido mejor que Cheney fuese presidente, porque así habría estado bajo la luz, forzado a explicar lo que hace y por qué lo hace.
P. Con McCain sería diferente.
R. Claro, y es una de las razones por las que McCain no está bien visto en el Partido Republicano. De ninguna manera será un títere de nadie. ¿Pero será verdaderamente multilateralista? No lo creo. Él entiende que Estados Unidos ha forzado la máquina al límite, presupuestaria y militarmente; que nos hemos demostrado incapaces de imponer nuestra voluntad en Irak, y que necesitamos apoyo. Pero también creo que él piensa que EE UU no tiene nada que aprender de los demás, y que, en temas de seguridad, las decisiones no se comparten, se toman en Washington. -
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