El catón
Los tres novilleros de ayer dejaron claro que desconocen el catón del toreo, donde figuran las nociones básicas de esta profesión. Con el catón de la lengua han aprendido a leer muchas generaciones de españoles. Había que conocer el catón de pe a pa para iniciarse en la lectura, y a ningún maestro se le ocurría hablarle a un colegial de un tal Cervantes si antes no aprobaba el catón con suficiencia.
Pues ayer quedó la impresión de que estos tres chavales han comenzado la segunda parte de El Quijote sin saber que La Mancha es una comunidad autónoma; es decir, acuden a la muy importante plaza de Las Ventas, pero desconocen que la b con la a es ba.
Desconocen, por ejemplo, que las prisas son para los delincuentes y los malos toreros, y que, por tanto, el toreo hay que hacer despacio; desconocen que a los toros hay que mandarlos y no acompañarlos en sus embestidas; desconocen el sentido de la colocación -el toreo es pura geometría-, y que no es posible emocionar si el toreo se ejecuta con todas las ventajas, fuera cacho, siempre al hilo del pitón y sin cargar nunca la suerte. Eso será dar pases, pero no torear. Y lo grave es que la actitud de los tres es buena. Pero, ¿quién los enseñará?
Hierbabuena / Nazaré, Más, Pérez
Novillos de Hierbabuena, (cuarto y quinto, devueltos), justos de presentación, blandos, mansos y nobles. Primer sobrero, de Navalrosal, y el segundo, de Torreherberos, mansos.
Antonio Nazaré: pinchazo y estocada (silencio); estocada y dos descabellos (silencio). José Manuel Más: estocada y descabello (silencio); estocada, descabello -aviso- y descabello (oreja). Román Pérez: pinchazo y estocada (ovación); pinchazo y descabello (silencio).
Plaza de Las Ventas. Tercer festejo de la Feria de la Comunidad de Madrid. 3 de mayo. Media entrada.
Alguien tendría que hacer una seria reflexión con Antonio Nazaré, un novillero con expectativas, después de su muy desigual actuación. Pasó por Madrid de puntillas, que no es buena cosa para un torero que comienza. Ovacionaron a su primer novillo en el arrastre y silenciaron su labor. Eso lo dice todo. Manejó con soltura el capote a la verónica y por chicuelinas, pero, muleta en mano, toda su labor fue acelerada, destemplada y desordenada. Además, se atrevió a inventar una nueva suerte: esperó a su segundo novillo de rodillas frente a chiqueros, pero no en la puerta, sino en los medios; es decir, a más de tres metros de la segunda raya del tercio y cerca del centro del ruedo. Por favor, los experimentos, con gaseosa. Lógicamente, la suerte, que volvió a repetir en el sobrero, salió mal. Si se quiere hacer la gesta de recibir al toro de rodillas, hay que hacerlo con todo el riesgo que conlleva. Lo demás es rozar el ridículo.
Tampoco anda muy allá de conocimientos José Manuel Más, pero, al menos, demostró que tiene sangre en las venas, se rebeló contra sí mismo, se jugó el tipo en el quinto y suplió con entrega sus carencias. La oreja es discutible, aunque es verdad que dibujó muletazos largos y ligados a base de exponer a un novillo muy quedado al que enceló con gallardía. Se lució, además, a la verónica, bajando las manos y embraguetándose de verdad. Pero que no se engañe: se coloca siempre mal, y ése es un defecto capital.
Las mismas opciones tuvo el francés Pérez, y expresó con evidencia que debe estudiar. Le pueden las prisas, y, ya se sabe, ése es el sello de los malos toreros.
La corrida de hoy. Toros de San Martín, para Salvador Vega, Luis Bolívar y Morenito de Aranda. Retransmitida por Canal + eventos.
Babelia
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