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El 'monstruo de Amstetten' estaba fichado dos veces por violación

Austria estudia no borrar los historiales por delitos sexuales hasta pasados 30 años

Francisco Peregil

El pasado martes comparecieron ante la prensa las autoridades políticas, sociales, médicas y policiales de Amstetten. No dijeron apenas nada que no se supiera sobre Josef Fritzl, el hombre que mantuvo encerrada a su hija Elisabeth en el sótano de su casa durante un cuarto de siglo. Pero si algo quedó claro en aquella comparecencia es que las autoridades no pudieron hacer nada para evitar tamaña atrocidad porque no había "un solo indicio" que permitiera sospechar de semejante monstruo. Nada. El gobernador del distrito, Heinz Lenze, llegó a mostrar una copia del informe sobre los antecedentes de Fritzl, solicitada con motivo de su primera adopción, en 1993. No constaba delito alguno. Sin embargo, ayer, el diario regional OÖNachrichten puso en evidencia a las autoridades de su país al publicar cómo la policía de Linz, a media hora en coche desde Amstetten, detuvo a Fritzl en 1967 por un delito de violación por el cual el monstruo pasó 18 meses en la cárcel.

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Pero ése no fue siquiera el único delito cometido por Fritzl en aquel municipio. La policía de Linz -ciudad de 800.000 habitantes donde Adolf Hitler pasó su infancia- ya disponía hace 41 años de dos fichas penales sobre Fritzl antes de que consumara su primera violación. En una de ellas aparecía denunciado por exhibicionismo y en otra, por intento de violación. Ambos delitos han prescrito y han sido borrados de los archivos, como dicta la ley. Sin embargo, el acta se encontraba en el Archivo Regional de Alta Austria, donde se guardan los documentos del Tribunal Regional, abiertos para su acceso público por un plazo de 50 años.

El propio diario OÖNachrichten informaba el 27 de octubre de 1967 que Fritzl había intentado violar un mes antes a una mujer de 21 años a la que arrastró hacia un bosque. Pero la violación ya consumada se produjo un mes después, cuando Fritzl entró por la ventana de la habitación donde se encontraba una mujer de 24 años. El diario regional puso el miércoles a disposición de la justicia los expedientes penales. La cuñada de Fritzl, Christine R., de 56 años, declaró el jueves en otro diario local que Josef Fritzl había sido condenado ya por violación. Christine asegura que aquel hecho se produjo en 1969, precisamente el año en que Fritzl -que ahora se encuentra aislado en un centro penitenciario para evitar su linchamiento por otros presos- salió de la cárcel después de pagar 18 meses de condena.

Distintos portavoces policiales y judiciales han declarado que examinarán los informes remitidos por la prensa. Mientras tanto, la policía va soltando con cuentagotas más datos sobre la casa de los horrores. Ayer se supo que el sótano-cárcel de 60 metros cuadrados y una altura de 170 centímetros no cuenta sólo con una puerta de acero y hormigón, sino con dos. Y que ambas pueden ser activadas con un mando a distancia. Pero esos detalles no van a frenar el debate abierto en Austria sobre si se pudo haber evitado la prolongación de semejante atrocidad durante 24 años.

Ante el revuelo que ha causado el crimen en la opinión pública nacional e internacional, la ministra de Justicia, la socialdemócrata Maria Berger, ha propuesto ampliar hasta un máximo de 30 años el periodo en el que los delitos sexuales permanezcan en el historial de la persona que los cometió. Y es que en Austria estos delitos desaparecen de los informes policiales y judiciales tras 10 o 15 años de cumplir condena, según el caso. La oposición de extrema derecha ha reclamado que tales crímenes permanezcan registrados durante toda la vida, en cualquier documento judicial del que los perpetre.

Un policía vigila la entrada de la casa de Josef Fritzl.
Un policía vigila la entrada de la casa de Josef Fritzl.REUTERS

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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