A Fonseca se le caen las ventanas
La universidad alerta a los visitantes del edificio emblemático de posibles derrumbes
"Las ventanas del claustro deben permanecer cerradas. Peligro de desplome". La terrible advertencia, en letreros salidos de la impresora y pegados con celo, se repite, uno tras otro, en los 24 ventanales del segundo piso del patio de Fonseca. El aviso, ahí arriba, por la cara interna de las cristaleras, no lo ven los turistas que entran y salen constantemente, que sólo vienen a las exposiciones, y a fotografiar el claustro desde la planta baja y se van. La nota únicamente está al alcance de la vista de los estudiantes, de los lectores de la Biblioteca Xeral de la universidad, de los abuelos e investigadores que pasan la tarde buscando breves en los diarios microfilmados en la hemeroteca. Ellos son los que saben que no se pueden apoyar en las viejísimas ventanas, ni abrirlas, así como están, con el letrero avisador y la cuerda de la persiana anudada al tirador de la falleba. Alguien muy prudente ha decidido enredar así la cosa, ventana tras ventana, quizás para complicar más la apertura a aquéllos que, pese a la advertencia, se sientan tentados de tirar de la manilla.
El Rectorado dice que le harían falta más de 3 millones al año para arreglos
Alguien ha asegurado con cuerda las ventanas con riesgo de "desplome"
A Fonseca se le caen las ventanas. Aunque el Rectorado asegura que no es para tanto. "Más bien es una medida de prudencia, preventiva", para evitar males mayores, dice Xoán Carlos Carreira, vicerrector de Infraestructuras. Y, según él, el Rectorado seguirá así, previniendo para no tener que lamentar, mientras se demore en la Xunta el proyecto de restauración del señero edificio que remitió a la Consellería de Cultura la Oficina Técnica de la universidad.
"Tenemos la licencia de obra solicitada", cuenta el vicerrector, "pero ya se sabe lo que pasa con la Administración, que va más lenta de lo que querríamos. Toda la documentación tiene que pasar por la Dirección Xeral de Patrimonio antes de que la Xunta dé el aprobado definitivo. Y mientras tanto, no podemos tocar una piedra". "Pasa siempre", sigue este miembro del equipo rectoral, "es un problema que tiene esta universidad y que no tienen otras, las más nuevas de Galicia. Los nuestros son edificios patrimoniales, y su reforma, además de ser muy costosa, está muy controlada por Cultura".
En Fonseca, lo de las ventanas no es más que la punta del iceberg. El proyecto de restauración que presentó la universidad, elaborado por los dos arquitectos y los tres aparejadores que trabajan para la institución académica, incluye además la renovación de las cubiertas, la sustitución del falso techo de la sala de lectura más concurrida de la ciudad y la limpieza de la fachada, colonizada por el musgo y unas crecidísimas matas de helechos que nadie se atreve a segar mientras Patrimonio no responda.
La obra de restauración está presupuestada en 400.000 euros, y para costearla, la universidad ha conseguido el respaldo económico del Consorcio de Santiago, porque el edificio es un símbolo de la ciudad. Pero cuando se termina una restauración, en la universidad compostelana hay otros "tres o cuatro" inmuebles haciendo aguas y esperando. Xoán Carlos Carreira calcula que, para poder atender todas las brechas, tanto en Santiago como en Lugo, "haría falta más del doble del presupuesto para obras de renovación, mantenimiento y mejora" que tiene esta universidad: 1,5 millones de euros este año.
En cuanto tenga el visto bueno de la Xunta, el Rectorado acometerá de inmediato las obras de Fonseca. Claro que la renovación de los tejados dependerá de las nubes: para dejar al descubierto el recinto hace falta que no llueva. A continuación, según el vicerrector, la oficina técnica se centrará en la Facultade de Químicas y, aún con más urgencia, en el Colexio de San Xerome, actual Rectorado de la universidad, que cierra la plaza del Obradoiro por la siniestra de la Catedral.
Por cierto, que este colegio, en su momento creado para acoger a los alumnos pobres, fue fundado por el mismo arzobispo, Fonseca III, que mandó construir la casa que lleva su nombre. El palacio de Fonseca, en la rúa do Franco, fue proyectado por Juan de Álava, continuado por Rodrigo Gil de Hontañón e inaugurado en 1554. 28 años antes, el arzobispo había conseguido del papa Clemente VII la licencia para fundar en Santiago una universidad, y levantó el edificio de Fonseca, que entonces se llamó Colegio de Santiago Alfeo, como sede de la institución. Cuatro siglos después, en 1982, se instaló aquí el primer Parlamento gallego.
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