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Crítica:LIBROS | Actualidad
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La nueva mafia

José María Irujo

El crimen existió siempre, pero el rostro y las tretas de los criminales evolucionan de forma permanente y diabólica. En algún lugar ignoto del planeta se encuentran ocultos 74 misiles tierra-aire capaces de reventar un avión 747 en pleno vuelo. Por cada uno de ellos se paga en el mercado negro 50.000 dólares y desde hace años los sesudos y a menudo ciegos analistas de los países desarrollados se preguntan quién diablos pudo comprar este material capaz de quebrar la tranquilidad de cualquier gobierno occidental. ¿Los tiene Al Qaeda? Los misiles desaparecieron hace años en la república de Transnistria, un Estado gansteril de 450.000 habitantes y el tamaño de Mallorca, un territorio desgajado de Moldavia que Rusia no reconoce y que se ha convertido en el paradigma de la corrupción rampante en Europa, una bomba en forma de Estado.

MacMafia. El crimen sin fronteras

Misha Glenny

Traducción de Joan Trujillo

Destino. Barcelona, 2008

503 páginas. 19,50 euros

Más información
Muerte de un estadounidense

El estadio del FC Sheriff, el equipo de fútbol de este Estado fantasma, costó 180 millones de dólares, casi lo mismo que el presupuesto de este país de juguete cuyas fronteras tienen una perversa influencia en Ucrania y Moldavia. El periodista británico Misha Glenny denuncia la desaparición de los misiles y se pregunta en su libro MacMafia quién y cómo se pagan los gastos de este flamante equipo que gana el campeonato moldavo y juega las rondas de clasificación de la Champions League europea.

Las historias de la extravagante Tiraspol, capital de Transnistria, son sólo una anécdota en la obra de Glenny, un excelente reportaje donde el autor penetra sin complejos en el mundo del crimen organizado y aprovecha su experiencia en los Balcanes, una de las cloacas más sucias del mundo, para describir esa nueva mafia al estilo de Transnistria que en los países del Este convive con naturalidad y sin rubor con administraciones y gobiernos, pero de la que tampoco se libran los países más desarrollados.

Sin conocer a Glenny el lector descubre de inmediato que es un periodista de raza, de los que pisa la calle y mira a los ojos de sus fuentes, aunque estos sean contrabandistas de tabaco, asesinos a sueldo, matones o traficantes de droga. Ese contacto y el rigor de la información que maneja dan credibilidad a una avalancha de historias por todo el globo tan sorprendentes como la de Transnistria que demuestran hasta dónde ha penetrado el crimen organizado.

Cuando se lee en este libro que "el mayor robo de la historia" lo protagonizaron los oligarcas rusos que rodeaban al presidente Yeltsin y cómo las bandas mafiosas dominaron el país entre 1991 y 1996 se comprende que ése fue el caldo de cultivo en el que germinó un modelo de criminal nuevo que ahora asoma la nariz y las armas cortas en las viviendas de cualquier ciudadano europeo. En 1999 existían en Rusia 11.500 firmas privadas de seguridad que daban trabajo a 800.000 personas, la mayoría armadas. Eliminar a un rival valía 7.000 dólares para un cliente sin escolta y hasta 15.000 para uno con guardaespaldas. Eran criminales estrafalarios como el ejecutivo petrolero que gastó millones de dólares en una decadente fiesta de "nostalgia de la Unión Soviética" en un castillo alquilado a las afueras de París. Los invitados acudieron disfrazados de campesinos y las prostitutas les servían rayas de coca en bandejas de plata. A tipos repugnantes como éste les busca Interpol, pero Glenny asegura que ahora pasean libres por Moscú y venden gas natural y petróleo a sus vecinos. Los peores delincuentes que sobrevivieron a esa época han logrado vivir confortablemente en la Rusia de Putin. Son tipos honorables en un país donde asesinatos como el de Alexander Litvinenko, ex agente del KGB envenenado en Londres, nunca se aclaran. Mogilevich es, en opinión del autor, el miembro vivo más poderoso de la mafia rusa.

La corrupción en los países árabes no escapa a la mirada del reportero. ¿Sabía usted que existen hoteles de siete estrellas? En el Burj Al Arab de Dubai, rascacielos en forma de vela donde pasar la noche cuesta unos 1.500 dólares, levantó sus oficinas en los años noventa el mayor contrabandista de tabaco de los Balcanes y la historia de este tipo sin escrúpulos sirve a Glenny para exponer la corrupción que se respira en esta ciudad-Estado en la que los más ricos del mundo pelean por comprar un apartamento en los deslumbrantes proyectos de construcción en la costa y el desierto. Dubai conforma con otros cinco emiratos el nuevo Estado de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), tiene reservas de petróleo para 200 años y no aplica el impuesto de la renta ni sobre las ventas. Bajo tanto esplendor la nueva Xanadú esconde ingentes cantidades de dinero negro y atrae a centenares de compañías de dudosa reputación. Se ha convertido en un paraíso del blanqueo, una práctica perniciosa que lo corrompe todo y que leyes como la Patriot Act norteamericana, la AML (Antimoney Laundering) o el Financial Action Task Force del G7 no consiguen frenar. La explotación de empleadas de hogar y obreros en Dubai, una ciudad de 1,3 millones de habitantes, es la cara oculta de este territorio amenazado ahora por el denominado beso de la muerte, una mezcla explosiva de exceso de oferta y burbuja inmobiliaria. El 11-S provocó una avalancha de dinero desde Estados Unidos hacia Dubai y de allí precisamente recibieron sus fondos 11 de los 19 suicidas que derribaron el World Trade Center en Nueva York.

Tras las huellas del crimen Glenny ha pateado en MacMafia Suráfrica, Nigeria, Egipto, Israel y Japón, denuncia la, a su juicio, equivocada política norteamericana de combatir a los narcotraficantes sin legalizar las drogas y controlar una industria creciente en la que la cocaína pierde interés y da paso a las nuevas drogas de diseño. Y lanza provocadores juicios morales como éste: "Los consumidores de coca llenan la hucha de los delincuentes y son responsables del reguero de sangre que acompaña a la droga en todas las etapas de su largo viaje".

Cuando los periodistas se debaten entre mirar a lo interesante o a lo importante, el antiguo reportero de la BBC demuestra en este trabajo que la investigación a fondo de lo importante ofrece siempre un excelente resultado. Y abre los ojos a los que creen que la imagen del crimen está asociada casi siempre a una pistola humeante. Global Witness alerta que el crimen organizado no lo dirige la clásica corporación de hampones que sueña con gobernar el mundo, sino una compleja interacción entre la economía regulada y la no regulada. -

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Sobre la firma

José María Irujo
Es jefe de Investigación. Especialista en terrorismo de ETA y yihadista, trabajó en El Globo, Cambio 16 y Diario 16. Por sus investigaciones, especialmente el caso Roldán, ha recibido numerosos premios, entre ellos el Ortega y Gasset y el Premio Internacional Rey de España. Ha publicado cinco libros, el último "El Agujero", sobre el 11-M.

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