Patino, el indomable
Quizás no haya en el cine español nadie tan singular como Basilio Martín Patino. Lo suyo no es el cine tradicional sino la investigación y el juego. Con recortes de viejas películas ha montado algunas de sus joyas, Canciones para después de una guerra o Caudillo, indispensables para entender algo de este país; con imágenes reales ha hecho documentos estremecedores, como el de Queridísimos verdugos, retrato de los tres últimos ídem que hubo en España; o con material ajeno y propio ha elaborado documentales sobre realidades que él mismo ha inventando, como la serie Andalucía, un siglo de fascinación, en la que dio un repaso al imaginario andaluz contando o inventado su historia. Patino lo dice así: "Hacer cine también es una propuesta lúdica desde la que atreverse a romper espejos, indagar en lo desconocido, emular los sueños".
Lo suyo no es el cine tradicional, sino la investigación y el juego
Esto viene en el catálogo de su instalación Espejos en la niebla, en la que a través de ocho fragmentos visuales cuenta una historia en la que se sintetiza la lucha de clases en la Salamanca de principios del XX. (Círculo de Bellas Artes de Madrid). Pero más que lo que cuenta, es el cómo. Patino ha sido uno de los directores de cine españoles más receptivos a las posibilidades de las nuevas tecnologías, y con este "ensayo audiovisual" da un nuevo salto, dejando que sea el espectador quien monte y organice los datos que se le ofrecen desde las ocho pantallas. "No sé si llego tarde a unos horizontes nuevos que intuyo espléndidos", escribe. "El cine, mejor o peor, se ha permitido subsistir de una mina que amenaza agotarse y parece necesitar una renovación".
Patino se enfrentó a la censura de Franco, y con la misma independencia ha esquivado el freno que pueden llegar a ejercer las fórmulas tradicionales. Ha realizado películas de ficción -la inolvidable Nueve cartas a Berta-, pero parece encontrarse más a gusto cuando investiga con formatos libres. Entre las casi 1.000 páginas del magnífico diccionario sobre los Productores en el cine español que la próxima semana presentarán en la Filmoteca Española Esteve Riambau y Casimiro Torreiro, se descubre que Basilio Martín Patino creó una televisión independiente y clandestina, El Búho, en 1982 en un pueblo toledano, y que editó una revista videográfica, La Nueva Ilustración Española, de la que sólo se hicieron dos números. Se cuenta en el libro cómo, para defender su independencia, abrió y cerró varias marcas productoras, y cómo Patino es, en definitiva, una rara avis en el cine español, un tipo que camina por su cuenta, con la mirada atenta a lo que está pasando y con la memoria viva. ¿Para cuándo el Premio Nacional de Cinematografía, o en su caso del Audiovisual?
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