Los de Serrabal peregrinan al Parlamento antes de declarar la 'guerra' en la mina
La plantilla ha decidido hacer frente con sus máquinas a las de las obras del AVE
Los de Serrabal no tirarán la toalla hasta el día que vean el tren cruzando por la mina. Y quizás entonces tampoco la tiren. Da igual los medios policiales que ponga Fomento. Las plantillas del Grupo Villar Mir han decidido declarar la guerra con todas las armas que caigan en sus manos a las máquinas de la empresa adjudicataria de las obras del AVE entre Ourense y Santiago, a su paso por Vedra y Boqueixón. "Montaremos una acampada en la mina y, con nuestros camiones y nuestras palas, desharemos de noche lo que ellos hagan de día", dice un miembro del comité de empresa.
Es el único recurso que les queda. Esto y peregrinar a Santiago. 18 kilómetros a pie desde la entrada del yacimiento de Serrabal hasta el Parlamento de Galicia, para pedir con sus gritos a "Touriño y Quintana que asomen a la ventana" y vean lo que hay afuera: "Una mina y unas fábricas que van camino de convertirse en la nueva zona cero", según Anxo Noceda, secretario comarcal de la CIG.
La caminata bajo el temporal de unos 70 compañeros (otros tantos, menos en forma, llegaron en autobús) se produjo bajo la custodia de cinco coches de la Guardia Civil y causó retenciones de hasta tres kilómetros. La lluvia, en esto, jugó a favor de los conductores, porque era tanta que los trabajadores apuraron el paso hasta tal punto que llegaron una hora antes de lo previsto. Habían salido de Serrabal a las 8.20 horas, y a las 11.30 los más fuertes ya estaban ante de El Corte Inglés esperando, impacientes, empapados, con los pies envueltos en bolsas y llenos de ampollas, como el jovencísimo Daniel Marcote, a los otros 80 trabajadores que venían en bus y aparecieron al mediodía.
Después de tratar de impedir con sus encierros durante medio año que los funcionarios de Adif (Administradora de Infraestructuras Ferroviarias) entregasen a los vecinos las actas de expropiación para su firma, vieron cómo, al final, los antidisturbios cambiaron en cuatro días la suerte de Fomento. El 11 de abril, el último expropiado de Boqueixón firmó su expediente, pero una semana antes ya lo habían hecho los representantes de Ramsa, la gestora de la mina. Parece ya imposible que el ministerio dé marcha atrás y acepte el trazado que proponen los trabajadores, y que libraría, según ellos, unos 146 millones de toneladas de cuarzo "del mejor" de quedar sepultados para siempre bajo la vía.
Sin embargo, los mineros de Serrabal y los obreros de Ferroatlántica en Sabón, Cee y Dumbría no cejan en su empeño, y han enviado cartas a todos los diputados gallegos en Madrid para que exijan a Fomento que haga públicos "los tres informes" internos que desaconsejan el paso del tren por la mina. Y a aquéllos que los critican por haberse convertido en marionetas de Villar Mir les responden que ellos luchan por sus puestos de trabajo y que qué le van a hacer si sus intereses, "esta vez, coinciden con los del patrón". En el 92, cuando aún eran Carburos Metálicos, se enfrentaron al jefe y lograron que no segregase las plantas de Cee. Pero "entonces estaba Fraga, y antes Felipe González y, sobre todo, Adolfo Suárez, que vino a Meirama, habló con nosotros y arregló las cosas. Pero los de ahora no escuchan... De Touriño ya no esperamos nada".
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