Un pregón a golpe de preguntas
Fue un pregón atípico. Básicamente porque no hubo pregón. El tradicional prólogo a la fiesta de Sant Jordi tuvo como protagonista a Alessandro Baricco, cuyo reclamo abarrotó ayer el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona. Pero el escritor italiano no soltó un discurso, sino que respondió a las preguntas que le formulaba el periodista Agustí Fancelli.
A ambos les une la pasión por la música clásica, una afición que no tardó en asomar la cabeza. Entre otros motivos porque la Novena Sinfonía de Beethoven tiene un papel central en la primera película que ha dirigido Baricco y que llegará a los cines italianos en septiembre, un enjambre de historias tan "surrealista" que ni siquiera el escritor consigue explicar a su madre de qué va.
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Pero ayer tocaba hablar de libros y el pregonero lo hizo a su manera, aprovechando las preguntas para contar historias ajenas y propias, como la de sus inicios literarios, cuando se dedicaba a escribir críticas musicales, discursos para políticos y hasta recetas de galletas... Lo que hiciera falta para poder vivir de las letras. Un caos nada aconsejable. "Esto lo digo para los jóvenes que queréis escribir. No me toméis como ejemplo", bromeó en un cálido ambiente de tertulia literaria que alivió el rigor institucional.
Baricco también trató algunos de los temas recogidos en su nuevo libro, el ensayo Los bárbaros (Anagrama), en el que retrata la mutación cultural que se da en una sociedad en la que conviven los lectores de Dante y los que acompañan sus raciones de comida basura con una copa de vino, todo un pecado para los guardianes de las esencias. Él, sin embargo, prescinde de juicios apocalípticos y propone a los intelectuales que -para salvar "trozos del viejo mundo"- sean conciliadores con ambas realidades en lo que considera el advenimiento de una nueva civilización.
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