Sarkozy envía emisarios de alto nivel para calmar a Pekín
El Gobierno francés puso en marcha ayer una ofensiva diplomática en todos los frentes para detener la ola de protestas antifrancesas y de boicoteo a los productos galos que tiene lugar en China, en respuesta a los incidentes que rodearon el paso de la antorcha olímpica por París, el pasado día 7 de abril.
El presidente, Nicolas Sarkozy, tomó la iniciativa con una carta personal dirigida a la atleta paralímpica Jin Jing, convertida en heroína en su país gracias a las imágenes que mostraban a los manifestantes que defendían la causa tibetana intentando arrebatarle la antorcha olímpica. El presidente del Senado, Christian Poncelet, que ha sido el primero en llegar a China para restablecer la armonía entre ambos países, se ha encargado de llevar personalmente la misiva, en la que Sarkozy reconoce que lo sucedido ha generado "un sentimiento de amargura" en China.
A Poncelet le seguirán hoy el ex primer ministro Jean- Pierre Raffarin y el asesor diplomático del Elíseo Jean David Levitte. Los intentos apaciguadores, sin embargo, se vieron ayer contrariados cuando el alcalde de París, el socialista Bertrand Delanoë, consiguió que el consistorio de la capital nombrara "ciudadano de honor" al Dalai Lama.
Sin embargo, los intentos de París para calmar las iras de Pekín y salvaguardar los intereses franceses en China (el grupo de distribución Carrefour está siendo uno de los objetivos de los manifestantes) no han supuesto ningún cambio en la postura del Ejecutivo galo respecto al conflicto chino tibetano. Sarkozy relaciona su asistencia a la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos con el diálogo entre Pekín y el Dalai Lama.
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