El Tetris y el Comecocos nunca mueren
Juegos clásicos se reeditan con nueva tecnología
"Ya no se hacen juegos como los de antes. Ahora son complicados, cuesta mucho entenderlos y disfrutar con ellos". Lo dice el científico ruso Alexéi Pajinov, creador del Tetris, un pasatiempo inmortal. Las razones por las que una batería de juegos con más de veinte años de antigüedad siguen vivos son de todo tipo. Por un lado, la sencillez y sus cualidades adictivas. Pero también pesa el hecho de que resultan adecuados para determinados formatos modernos al requerir una escasa capacidad de procesamiento.
El caso más obvio es el de los teléfonos móviles. Compañías de pequeño tamaño lanzan juegos clónicos de los populares del pasado, generalmente con nombres engañosos para eludir los problemas de copyright. Así, el Pang se reencarna en el Peng, el Bubble Bobble en el Bubble Bash.
A ellos se han unido distintos dispositivos con similares condicionantes: pantalla reducida, capacidad gráfica escasa. El ejemplo más notable es el del iPod, que tiene entre los más descargados un Ms. Pacman, versión femenina del tradicional Comecocos. También pueden encontrarse este tipo de juegos para la mayor parte de las agendas electrónicas.
La resurrección de los clásicos resulta conveniente para las páginas webs de videojuegos online, que se alimentan de publicidad. Incluso los grandes portales se nutren de ellos. En Yahoo, uno de los juegos más visitados es el Pacman Come Minis, patrocinado por Bollycao. Abundan las páginas en las que se reproducen juegos en flash o Java.
Las grandes empresas de software se han dado cuenta del potencial de este tipo de juegos y le están sacando partido con adaptaciones a las consolas de nueva generación. Así, están a la venta antologías de juegos a cargo de compañías históricas, como Konami, Capcom o Atari.
Sin embargo, los clásicos también están sirviendo para nutrir sobre todo las tiendas online, a las que es posible acceder desde la Wii, la Xbox 360 o la PS3. A través de un sistema de punto, o directamente con pago con tarjeta de crédito, se ofrecen continuamente los antiguos programas o adaptaciones tan elaborados como el próximo Super Street Fighter II Turbo HD Remix. En esencia, el mismo juego de kung-fu en dos dimensiones que triunfara en los recreativos a comienzo de los noventa pero con gráficos actualizados.
Más curioso si cabe es el desarrollo de juegos nuevos, pero con un look totalmente anticuado. Uno de los ejemplos recientes más curiosos es el Geometry Wars, un juego de combate entre figuras geométricas transparentes, emparentado con el Asteroides de 1979. Sus gráficos planos parecen un disparatado anacronismo en la era de los 3D.
La primera versión se incluyó en 2003 como un minijuego dentro de un programa de carreras de la Xbox, el Project Gotham Racing 2. Una versión posterior llegó a ser el programa más descargado de la historia en Xbox Live. Y este año ha aparecido una nueva versión, Galaxies, como programa autónomo para las consolas de Nintendo.
El fenómeno tiene también su propio núcleo de seguidores consagrados: los amantes de la retroinformática. Retromadrid 2008 ha reunido a más de 3.500 fanáticos del mantenimiento de Spectrums, Amstrads y Commodores 64.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.