Montse, ahí tienes a tu madre
Una mujer se reencuentra con su hija 12 años después de ser dada en acogida
Son madre e hija pero apenas saben que decirse. En realidad son dos perfectas desconocidas. El momento es tan especial que las atenaza y ninguna de las dos puede disimular que está nerviosa. 12 años después vuelven a estar juntas bajo el mismo techo y ahora tienen todo el tiempo por delante, son libres para volver a ser madre e hija. "No me conoce, ni yo a ella tampoco, no sabía ni como era, ni sé cuales son sus gustos, ni nada....Tenía tantas ganas de este momento que te quedas en blanco", explica Montserral del Real.
A las 11.25 de la mañana de ayer una furgoneta blanca del centro de la asociación Ayuda y Protección al Niño (Aproni) de Écija (Sevilla) aparcó en la puerta de la casa de Montserrat en Antequera para dejar a su hija Montse. Apenas habían transcurrido 24 horas desde que un juez de familia de Sevilla ordenó devolver la niña, de 15 años, a su madre biológica, después de pasar 11 años con una familia de acogida que ahora ha renunciado porque no pueden controlarla ni imponerle una disciplina. Tantos años de lucha, de espera, y al final todo se precipitó inesperadamente en unas horas.
El juez Francisco Serrano, que en varias ocasiones en los últimos seis años se negó a dar cumplimiento a una orden de la Audiencia de Sevilla para devolver a la niña a su madre biológica ha argumentado ahora que "lo que en un momento era imposible y lesivo para los intereses de la niña ahora ya no lo es".
Para Montserrat, el reencuentro es el final de una larga batalla judicial por recuperar a su hija. Lo que dice que no pasarán son los "remordimientos" por haber acudido una tarde del verano de 1996, cuando Montse tenía tres años a un centro de menores de la Junta de Andalucía. Su marido de entonces la había echado de casa con la niña "porque metió a otra mujer". Madre e hija pasaron 10 días en un hospedaje que les pagó el Ayuntamiento y Montserrat entregó a su hija cuando le salió un trabajo en un hotel de Barcelona. Dice que no tenía con quien dejarla, y que al cabo de tres meses, cuando trató de recuperarla, sólo logró que dejaran visitarla una vez cada 15 días en un internado. Así fue durante un año, hasta que Montse fue entregada a una familia de acogida en Herrera (Sevilla).
Aunque ha tenido un régimen de visitas, la niña casi siempre se negó a entrar. "Quiero que sepas que durante todo este tiempo cuando era yo chica me dijeron que estabas muerta tu, y luego que tu no me querías y me utilizabas, por eso no te quería ni ver ni escuchar", escribió Montse a su madre biológica en una carta enviada hace seis días.
Para Montse, el reencuentro es el inicio incierto de una nueva vida, en una ciudad distinta, con su madre natural, el actual marido de ésta, dos hermanos de cinco y cuatro años, otro que nacerá dentro de dos meses, y su abuela enferma de Alzheimer. Todos dependen del sueldo que Felipe, el actual marido de Montserrat, gana como vigilante.
Montse dice tenerlo claro, se lo ha dicho al juez y a su madre en aquella carta: "Pronto estaré ahí y para siempre porque te quiero y contigo es con la que tengo que estar". Lo primero que ha pedido es ir al instituto. Quiere ser peluquera.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.