Un año para potenciar el diálogo cultural

El 28 de septiembre de este año acabará el Ramadán, una de las grandes citas del calendario religioso musulmán. Y al igual que poco antes la ciudad se habrá engalanado para festejar a la católica Virgen de la Mercè, también se invitará a quien quiera, sea de la religión que sea, a celebrar el final del Ramadán. El programa aún no está concretado. Sólo se sabe que se celebrará a partir de la puesta del sol, que es cuando los creyentes que siguen el Ramadán pueden romper el ayuno diario, y que a la fiesta estarán todos invitados.

Esta iniciativa del Instituto Europeo del Mediterráneo es una de las 195 actividades, ampliables en los próximos meses, que integran el programa barcelonés del Año Europeo del Diálogo Intercultural, y en cierta manera refleja el espíritu de una iniciativa en la que se quiere fomentar el diálogo y el conocimiento mutuo de las múltiples culturas que, cada vez con mayor abundancia e intensidad, conviven en la ciudad.

Jordi Martí, delegado de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, explica: "Hay dos modos de afrontar la cuestión. Uno es el modelo anglosajón, basado en un multiculturalismo público; es decir, se considera que todos los ciudadanos tienen los mismos derechos y cada cual puede manifestar públicamente sus raíces y tradiciones culturales de la manera que considere adecuada. El otro modelo es el europeo continental, según el cual la cultura es una cuestión privada y los recién llegados tienen que integrarse en la cultura de origen, que es la que tiene relevancia pública, aunque en privado, naturalmente, pueden hacer lo que sea. Entre los barrios cerrados que provoca el primer modelo y la presión unificadora del segundo, pensamos que hay otras maneras intermedias de abordar el asunto". Según Martí, "la diversidad en casa es la mejor apuesta para el enriquecimiento de la cultura catalana".

El programa, que arranca en mayo, se presentó ayer y pretende focalizar el debate sobre estas cuestiones tanto desde una perspectiva reflexiva (a través de seminarios, conferencias o exposiciones) como lúdica, buscando que todos los ciudadanos sientan suyas las celebraciones, tanto si en origen son tradiciones latinoamericanas como europeas, africanas o asiáticas.

"No se trata de hacer un calendario festivo, sino de hacer visible una realidad que ya existía y que seguirá estando cuando acabe el Año Europeo del Diálogo Cultural", afirmó Jordi Sánchez, director de la Fundación Jaume Bofill y miembro de la comisión asesora del programa municipal. "A partir del reconocimiento puede venir el conocimiento, pero aquí se trata también de mostrar la realidad tranquila y cohesionada que de momento tenemos en Barcelona".

En el consejo promotor del programa, que ayer se constituyó en un nutrido acto celebrado en el Saló de Cent durante el cual el alcalde, Jordi Hereu, recordó la dificultad del reto, figuran decenas de entidades privadas y públicas de la ciudad. De hecho, en muchos casos el programa ha recogido y unificado iniciativas que ya se estaban llevando a cabo desde hacía tiempo, tanto por centros cívicos como por museos o festivales.

"La cohesión social es una de nuestras prioridades y por eso cuando acabe este año se presentará un programa municipal estable que dará continuidad a estas políticas", indicó Carles Martí, primer teniente de alcalde de Barcelona. Martí insistió en que, aunque el crecimiento del número de inmigrantes ha multiplicado la diversidad de culturas que conviven en la ciudad, la desaparición de fronteras en el interior de la Unión Europea y el turismo son otros factores que tener en cuenta a la hora de entender el diálogo entre culturas.