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La Raia se transforma en edén del negocio de flores

Los ayuntamientos fronterizos reconvierten las riberas del Miño en un jardín que factura 400 millones de euros

Suelo fértil, clima húmedo y soleado junto al río Miño. Este capital agrario sólo se usó, durante años, para el contrabando y el cultivo de maíz. Hoy se está poniendo en valor. Los ayuntamientos fronterizos de A Guarda, Tui, O Rosal y, especialmente, Tomiño, están reconviertiendo más de 30 kilómetros cuadrados en un enorme jardín.

En sólo diez años han nacido 40 empresas dedicadas al cultivo de flores y plantas ornamentales, tanto a cielo abierto como en viveros. Hoy es un sector que ya factura 400 millones de euros, emplea a 1.000 personas (fundamentalmente mujeres) y no para de crecer. En seis años ha duplicado la exportación de flores y la previsión es que vuelvan a hacerlo en sólo dos años más.

"Si tuviéramos más producción, la colocaríamos. Necesitamos suelo, por eso nos hemos ido a comprarlo a Portugal", explica Mónica Otero, responsable financiera del grupo Onusa. La matriz de la firma Pycflorga acaba de adquirir 500.000 metros cuadrados para cultivar plantas en Palmela (Portugal) y está negociando la compra de otros 400.000 metros cuadrados en suelo luso. Su objetivo es superar los 1,2 millones de metros cuadrados en viveros y los 150 millones de euros en ventas este mismo año.

"Hombre claro que estamos ante un boom. Hace 15 años estábamos solos y ahora no paran de nacer empresas nuevas que se dedican a cultivar plantas", explica Juan Peixoto, propietario de Viveros Nilo. Los Peixoto son pioneros en el cultivo de flores a orillas del Miño, un negocio que empezó el abuelo de los actuales propietarios hace 100 años.

Primero se cultivaron claveles, luego camelios, rosas. Hoy la Raia es un vivero de todo tipo de plantas ornamentales, desde caña de bambú a rododendros, pasando por camelias en planta, abetos y todo tipo de árboles frutales y de adorno para fincas o interiores.

"Optamos por dedicarnos a esto y acertamos", explica Saúl Fernández, responsable de Brotes. Fernández encabeza una asociación de 11 empresas de jóvenes productores que encamina sus pasos a la innovación, especialmente en el dominio de la cadena de valor. Brotes, por ejemplo, produce esquejes, como otras empresas se están especializando en semillas en la crianza de las plantas en su primera etapa.

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"Vamos a incentivar al máximo de nuestras posibilidades a este sector porque es un negocio bonito, agradable y muy rentable", explica Sandra González (BNG), alcaldesa de Tomiño. González ya ha encabezado y promovido misiones comerciales de los empresarios de Tomiño a Pistoia (Italia) y acaba de volver de Bruselas, donde se ha entrevistado con representantes de la Comisión de Agricultura para atraer el máximo de fondos europeos a sus programas de desarrollo de plantaciones en el municipio pontevedrés.

"¿Por qué explotó el sector? Porque viaja. Quizás los empresarios de la flor sean los únicos de por aquí que salen al extranjero varias veces al año. Han visto lo que puede generar este negocio y se han puesto a trabajar", explica Sandra González.

El boom floral de las riberas del Miño arranca en 1998, cuando las empresas comenzaron a exportar. Entonces la cifra de ventas al extranjero no llegaba al millón de euros, pero la internacionalización introdujo un grado de apertura empresarial desconocido en esta parte de Galicia. En 2007, las exportaciones de flores rozaron los 7 millones de euros. Pero el sector está naciendo, algo que se percibe por la avidez de las empresas para encontrar suelo para sus explotaciones. "A veces no es fácil convencer a la Xunta de que un centro de distribución de flores no es una nave industrial", explica Sandra González.

Tomiño experimenta el Bantegal

Con 108 kilómetros cuadrados, Tomiño es uno de los municipios más grandes y fértiles de Galicia, ya que toda su frontera sur bebe directamente del Miño. Según los datos del ayuntamiento, en la actualidad los cultivos de flores y plantas sólo ocupan 1,5 millones de metros cuadrados. El objetivo de la alcaldesa, Sandra González, es poner a disposición del sector todos los terrenos que ahora están en desuso. Para ello, el ayuntamiento se ha prestado para ser una de las iniciativas pioneras del Banco de Terras de Galicia (Bantegal), que ha puesto en marcha la Consellería de Medio Rural. Miles de minifundistas parcelas acaban de concluir un larguísimo proceso de concentración parcelaria. "Ahora vamos a ponerlas en valor, para que las empresas de floricultura que necesitan suelo puedan disponer de él y para que los propietarios obtengan un buen arrendamiento a cambio", explica la alcaldesa de Tomiño.

El ayuntamiento también está gestionando la calificación de suelo para que las empresas puedan construir centros conjuntos de distribución que den consistencia a la logística de internacionalización.

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