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Reportaje:Emprendedores

Mujeres que crean marca

Stuff asesora a las compañías que apuestan por el diseño

Lola, diseñadora, es espontánea, dicharachera, pizpireta. Olga, especializada en consultoría de estrategia, es comedida en sus palabras, analítica, de gesto más medido. Lola Stalenhoef y Olga Kolotouchkina son las cabezas gestoras, pensantes y creadoras de Stuff, una consultora de diseño que, según reza su web, asesora a las empresas que apuestan por el diseño como un valor de su estrategia de negocio. Y eso es lo que hacen estas jóvenes emprendedoras. Crear negocio haciendo que la imagen de marca sea un valor en las estrategias comerciales de las compañías. Y lo hacen. Manteniendo cada una su propia personalidad, pero hallando la una en la otra el apoyo mutuo necesario -"nos complementamos bien", dice Lola. "Olga es más estructurada que yo, algo muy útil cuando tenemos que presentar un proyecto a un cliente. Yo, en cambio, quizá sea más impulsiva"-.

La consultora Stuff nació en 2005 gracias a 3.000 euros de capital aportados con los ahorros de las dos socias: Lola y Olga
A pesar de la experiencia acumulada, Lola y Olga intentan que cada nuevo trabajo tenga siempre el aroma de lo recién estrenado

Viajes al extranjero

Coincidieron trabajando en la consultoría Saffron, y durante un desplazamiento laboral a Dinamarca tuvieron la oportunidad de conocerse. A pesar de proceder de campos profesionales tan distintos como la publicidad y la consultoría, aquella experiencia unió mucho a las futuras socias -"probablemente, entonces, aún sin saberlo, plantamos la semilla de la que, en el año 2005, nació Stuff".

Lola, formada académicamente en las escuelas Gerrit Rietveld (Amsterdam, Holanda) y en Fábrica di Oliviero Toscani (Treviso, Italia), y Olga, licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Complutense de Madrid, tienen en común haber viajado mucho, haber vivido en otros lugares. "Por ejemplo, durante dos años, yo tuve un estudio de diseño en Helsinki". Al dato biográfico apuntado por Olga, Lola añade un currículum laboral multinacional: "Por trabajo, he estado viviendo en México, Japón, Reino Unido y Dinamarca. Todas estas experiencias, empaparnos de otras sensibilidades, nos resultan de gran utilidad".

En el centro de Madrid, en un despacho ubicado en un edificio con trazas arquitectónicas que remiten a la primera mitad del siglo XX, la luz del invierno se cuela por los ventanales, parcialmente velados tras los estores de lino. Sentadas y acodadas en uno de los largos de una mesa de reuniones, las socias entran y salen de la sala, alternativa y repetidamente. Ora una llamada telefónica, ora una visita a una sala vecina en busca de material de promoción por ellas diseñado para BBVA, Guggenheim, Esteban Rivas... En tres años de actividad empresarial, los clientes se han sucedido. Sin embargo, a pesar de la experiencia que van acumulando, intentan que cada nuevo trabajo tenga siempre el aroma de lo recién estrenado: "Mimamos cada proyecto como si fuera el primero. Para conseguirlo, hablamos mucho, directamente con las cabezas pensantes de la empresa. En cada conversación preguntamos, provocamos, les ayudamos a descubrirse... El material está ahí, lo tienen ellos... aunque a veces no lo sepan. Nosotras les ayudamos a verlo".

El valor de la confianza

Escuchar hablar a Lola y a Olga crea con el interlocutor un ambiente de cómodo estar, de complicidad: "La confianza es, probablemente, nuestro más importante valor en las relaciones con el cliente. De ese modo, la gente se abre, nos conocemos mejor... y el resultado final acaba conteniendo una mayor riqueza de elementos". Entrando en la página web de la compañía, leyendo clientes de renombre para los que ya ha trabajado Stuff -"la compañía somos nosotras dos. Luego, en cada caso, contactamos con colaboradores expertos a los que conocemos desde hace mucho tiempo: fotógrafos, diseñadores gráficos..."-, cualquiera puede percibir el peso y prestigio que ha alcanzado esta consultoría de diseño.

Sin embargo, echando la vista atrás, cuando Lola y Olga decidieron poner en marcha una sociedad limitada llamada Stuff -"con 3.000 euros reunidos con nuestros ahorros"-, las miradas de ambas se tiñen con una suerte de vértigo -"no saber cómo van a ir las cosas y, sin embargo, seguir adelante, fue todo un reto... el principal reto que hemos tenido que superar"... Y superado quedó. Ahora todo es afianzarse sin perder un único horizonte: mantener el aire fresco del principio.

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