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El partido de Mugabe apoya la segunda vuelta

Un sector del régimen de Zimbabue se niega a entregar el poder

El máximo órgano del partido gubernamental, el ZANU-PF, se reunió ayer en la sede central del partido, protegida por decenas de soldados armados, para analizar la situación. Los aperturistas han abierto contactos con la oposición y la comunidad internacional para pactar una transición sin revanchas. Pero el búnker, que teme perder sus privilegios, empuja para que se tomen todas las medidas necesarias (incluyendo el uso de la fuerza) para mantenerse en el poder. Ambos aceptan que el presidente se someta a una segunda vuelta para ganar tiempo: unos, para negociar; los otros, para movilizar todos los resortes necesarios para lograr su objetivo.

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Todas las estimaciones independientes concluyen que el opositor Morgan Tsvangirai, de 56 años, ganó las elecciones del 29 de marzo. El régimen ha admitido su derrota en el Parlamento (de poderes limitadísimos), pero retiene los datos de las presidenciales.

El régimen lanzó la noche del miércoles una advertencia que anticipa cuáles son sus planes: detuvo a dos periodistas (uno, estadounidense, de The New York Times; el otro, autónomo británico) y a dos miembros de una ONG estadounidense alegando que no tenían la acreditación oficial para estar en el país. No obstante, la policía también arrestó durante horas a una periodista canadiense acreditada. Hubo también un número indeterminado de zimbabuenses arrestados, entre ellos el chófer del enviado de EL PAÍS por haber conducido el vehículo hasta la puerta de la residencia de Mugabe. Tras cinco horas en comisaría, fue liberado.

"Están amedrantando a todos los testigos para que se marchen y poder hacer lo que quieran cuando ya no quede nadie", asegura Olivia Gumbo, coordinadora de ZimRights, una organización local de defensa de derechos humanos. Muchos periodistas sin acreditación empezaron a salir del país. La mayoría de los permisos oficiales -entre ellos, el de EL PAÍS- expiran el próximo lunes.

Cuanto más tarde el régimen en presentar los resultados, más aumenta el riesgo de conflicto violento. No sólo por el temor de que se ofrezcan datos manipulados (la red de ONG que cubrió el 90% de los colegios electorales hizo una proyección que otorgaba el 49% a Tsvangirai y el 43% a Mugabe), sino por lo que pueda pasar después.

Tsvangirai se reunió ayer con el cuerpo diplomático acreditado en Harare y aseguró que se está preparando para la segunda vuelta. Nadie sabe en qué condiciones se disputarían. ¿En dos semanas, como marca la ley, o en tres meses para ganar tiempo, como desea el entorno de Mugabe? ¿Con observadores internacionales o sin ellos? ¿Con periodistas o sin ellos? El politburó de ZANU-PF posiblemente ya tiene las respuestas.

Retirada de carteles electorales de Mugabe, ayer en Harare.
Retirada de carteles electorales de Mugabe, ayer en Harare.AP

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