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LA CALLE / Rutas
Columna
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La montaña grata

Son innumerables los caminos que atraviesan las montañas del Pirineo. Algunos unen pueblos, otros acercan pastos utilizados desde tiempos pasados y, en los tiempos modernos, son rutas a la carta para los excursionistas. No son las únicas. Hay otros caminos legendarios, los auténticos itinerarios de peregrinación recorridos desde hace siglos con una devoción especial. Y en este grupo de caminos destaca el antiguo camino al santuario de Núria. Ruta milenaria de peregrinos, a los nuevos visitantes ya no les mueve la fe, sino la variada oferta turística que ofrece el valle, transmutado en una especie de Port Aventura del montañista dominguero. Pese a todo, el camino antiguo del valle de Núria sigue siendo una escuela para el montañero novel.

Los viajeros contemporáneos deben enfrentarse a un primer trauma antes de iniciar la ascensión: la imperiosa necesidad de abandonar su vehículo en Ribes de Freser o Queralbs. La mayoría prefiere el entrañable tren de cremallera, único de estas características en el país. En un trayecto de 12,5 kilómetros, el trenecito deja atrás túneles y viaductos gracias a unos engranajes dentados que le permiten superar una pendiente del 15% y un desnivel de casi mil metros. Los más nostálgicos, los auténticos peregrinos modernos, se inclinan por recorrer el camino viejo de Núria a pie, una ruta mítica para el excursionismo catalán que parte de Queralbs. La ruta no es aconsejable en invierno por la nieve, aunque sí para los montañeros con experimentados, ya que ofrece un fuerte desnivel.

El valle de Núria dispone de numerosos caminos señalizados que permiten descubrir a pie sus rincones más hermosos. Los itinerarios más populares son el camino de las Creus, el del Bosc y el de las Coves. Todos valen la pena. Y si el urbanita elige el del ascenso al santuario de Núria, conseguirá borrar el aire contaminado del cielo metropolitano y sustituirlo por el más aromático de las altas cimas. Con un poco de suerte sabrá vislumbrar en algún camino un correoso isard (rebeco), el animal más representativo del Pirineo, y tomará buena nota de su infatigable derroche de libertad y energía. Quizá entonces, poseído por el gusanillo del montañismo, se anime a emprender alguna modesta ascensión a una de las cimas que rodean Núria.

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