Al Sáder pide ayuda a la Liga Árabe

Por si acaso tenían pocos problemas, Múqtada al Sáder pidió ayer a los líderes árabes reunidos en Damasco que apoyen a la "resistencia iraquí contra la ocupación". Pero a pesar de la ausencia de los aliados de Estados Unidos, la 20ª cumbre árabe ha girado en torno a la crisis política en Líbano, último escenario de la lucha por la influencia regional entre Washington y Teherán. En contraste con la tensión de los últimos días, Siria y Arabia Saudí utilizaron un lenguaje conciliador en la sesión inaugural.

Esa rivalidad entre Estados Unidos e Irán dificulta también una salida al atolladero de Irak, donde esta semana se ha abierto un nuevo frente entre las fuerzas gubernamentales y la milicia de Múqtada al Sáder. El Gobierno se vio forzado ayer a decretar el toque de queda en Bagdad.

En una entrevista a la cadena Al Jazeera, el clérigo chií hizo ayer "un llamamiento a los líderes árabes para que otorguen legitimidad a la resistencia iraquí", algo que sólo puede reforzar sus divisiones. Pese a los esfuerzos de Al Sáder por presentarse como un nacionalista árabe defensor de un Irak unido, para los aliados de Estados Unidos en la región no deja de ser un agente del chií Irán.

"En Siria estamos dispuestos a cooperar con los esfuerzos árabes y no árabes... siempre que se funden en un consenso nacional libanés, que es la base de la estabilidad en Líbano", declaró ayer en Damasco el anfitrión, el presidente sirio Bachar el Asad, durante el discurso de apertura.

Bachar el Asad evitó referirse al boicoteo a la cumbre del Gobierno de Beirut, o al bajo nivel de representación enviado por Arabia Saudí, Egipto o Jordania, aliados de Estados Unidos, que acusan a Siria de obstaculizar la elección de presidente en Líbano.