¡Chanchullo, va!
Hace una semana, la Comisión Territorial de Urbanismo de la Generalitat valenciana informó desfavorablemente el plan Rabassa, y, sin embargo, el jueves, la misma comisión lo ha informado favorablemente. ¿Qué ha sucedido para que se produzca un giro de ciento ochenta grados? Un giro que dispara suspicacias, conjeturas y especulaciones. Hasta el punto de que alguien ya ha insinuado que nada cae en saco roto y menos el fervor, refiriéndose, sin duda, a la reciente visita al Vaticano del presidente Camps y de otras ilustres personalidades, como la alcaldesa Rita Barberá, quien suplicó al Papa: "Santidad, rece por España". ¿Habrá tocado la plegaria del Pontífice el corazón de los responsables de la referida comisión, hasta persuadirlos del desatino de su inicial dictamen? A mayor abundamiento, a la salida de la audiencia privada con Benedicto XVI, Francisco Camps reflexionó acerca de la capacidad de la Comunidad Valenciana para organizar eventos. Y, por modestia, el presidente se quedó corto: la Comunidad Valenciana no solo tiene capacidad para organizar eventos, sino grandes eventos y también grandes chanchullos, de los que hay un espectacular, indecente y aún impune muestrario. Así que el informe favorable del plan Rabassa o es una respuesta a la vehemente petición de Rita Barberá, o un enjuague de proporciones intolerables. El hecho de que el Ayuntamiento de Alicante haya remitido a toda prisa una voluminosa documentación, a instancias de la Generalitat, que supuestamente ventila las objeciones referentes a la disponibilidad de recursos hídricos y a otros aspectos del plan, distancian el asunto de los presumibles rezos del vicediós, y lo acerca bastante más a la condición humana y edilicia, en concreto, y a sus fantasías inmobiliarias, que, a lo que se ve, son más placenteras que las eróticas
En todo este embrollo, abundan las contradicciones y ciertas aparentes complicidades. Y así resulta que los dirigentes del PP, que con tanto énfasis abominan de las desaladoras, aseguran que se ha suscrito un convenio entre Aguas de Alicante, que depende del Ayuntamiento, y la sociedad estatal, instrumento del Ministerio de Medio Ambiente, Acuamed (Aguas de las Cuencas Mediterráneas, SA), que les garantiza el suministro para las 15.000 viviendas que se contemplan en el atroz proyecto. Sorprende que los responsables de Acuamed hayan firmado nada concerniente al plan Rabassa, por cuanto los representantes de los ministerios de Fomento y Medio Ambiente expresaron su negativa al acuerdo adoptado por la citada Comisión Territorial de Urbanismo de la Generalitat. Por eso, sería esclarecedor para la ciudadanía que Acuamed informara públicamente de qué es lo que ha firmado, si ha firmado algo, para evitar dudas y confusiones, y sentar las bases para los recursos legales pertinentes, bien por parte de la Delegación del Gobierno, bien por los movimientos cívicos, como la PIC (Plataforma de Iniciativas Ciudadanas), que está haciendo un seguimiento minucioso y exhaustivo del caso. Y mañana, en Alicante, la II Marcha Cívica, de la Plaza de Toros al Puerto, en memoria de los últimos defensores de la República. A hacer la calle.
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