Reporteros
Los reporteros componen la clase obrera del periodismo. A ellos les corresponde la tarea más abnegada: bajar a la mina para obtener información. Todo el resto del negocio se basa en su materia prima.
El oficio de reportero solía ejercerse de forma discreta. Había que suscitar confianza, observar los detalles, mantener inalterada la realidad. Eso cambió con la televisión: la cámara distorsiona el entorno. Ahora se apuesta por esa distorsión, y la cámara (con su reportero) ha asumido el protagonismo.
Desde hace ya algún tiempo, los contenedores de información-espectáculo (famosos, sucesos y truculencias) se basan en ese efecto. El periodista es el espectáculo. Está pasando, programa que ocupa una larga porción de la tarde en Tele 5, constituye un modelo de la fórmula.
Ayer, por ejemplo, se pudo disfrutar del monólogo de una reportera durante una visita de los príncipes a una fábrica. La reportera hacía preguntas ("¿qué tal las vacaciones sin Marichalar?") mientras la pareja, alejada, iba a lo suyo. "No contestan, no contestan", exclamaba la reportera.
Otro reportero, enviado a un pueblo de Castellón para informar sobre una de esas fiestas en que se suelta a unos toros por la calle, pegaba alaridos cada vez que se le acercaba el aturdido animal.
Lo más intenso fue la retransmisión en directo de los incidentes ante la Audiencia Provincial de Huelva a la llegada del presunto implicado (para el programa, asesino a secas) en la muerte de la niña Mari Luz. Varias decenas de vecinos, enfurecidos contra el detenido y enardecidos, probablemente, por la presencia de las cámaras, derribaron vallas y lanzaron piedras. ¿Quiénes fueron los heridos? Los reporteros, por supuesto.
Respeto el trabajo de esos reporteros. Pero dudo de que eso que hacen sea el trabajo de un reportero.
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