"Barcelona inició el declive en el que ahora está sumida después de los Juegos"
Ayer, Vicenç Altaió definió el libro de Joan Ramon Resina (Barcelona, 1956) como "una bomba intelectual" cuyas repercusiones y debates, afirmó, podían ser similares a los que produjo en su día el "Titànic" de Félix de Azúa. Aunque las premisas y las razones de uno y otro, eso sí, sean casi opuestas. La vocació de modernitat de Barcelona. Auge i declivi d'una imatge urbana (Galaxia Gutenberg) se presentó ayer en un acto al que asistió el consejero de cultura Joan Manuel Tresserras, quien precisamente en breve dará una conferencia en la Universidad de Stanford -en la que Resina es catedrático y director del Centro de Estudios Ibéricos- tal como ya hiciera el lehendakari, Juan José Ibarretxe. En esta universidad, en la que está reorganizando la enseñanza de su departamento para incluir todas las culturas ibéricas, lleva poco más de un año, pero Resina lleva viviendo en Estados Unidos desde 1982 y el libro está escrito originalmente en inglés (lo publicará en breve la misma universidad).
Pregunta. ¿Cómo surgió el libro?
Respuesta. Nació de mi largo interés por Barcelona, tal vez por haber pasado tanto tiempo fuera. Estaban pasando cosas en la ciudad que iban más allá del paradigma de la modernidad con la que ésta se ha pensado, y eso me hizo pensar sobre el principio y el final de esta modernidad, que sitúo entre 1880 y 1992, como fechas de referencia. He estado 10 años elaborándolo.
P. Recorre esta historia a través de la literatura de una manera subjetiva en la que las obras de Oller, Ors, Rodoreda, Marsé o Mendoza funcionan como metáforas de ideologías y contextos que no siempre están explícitos en las novelas. En la única parte que no hay literatura es en la última, la más crítica con la evolución de la ciudad. ¿Por qué?
R. Ha sido una decisión voluntaria. Quise hacerlo porque es la Barcelona que inició el declive en el que ahora está sumida. Después de los Juegos Olímpicos se acabó este paradigma moderno y la ciudad pasó a ser destino de un turismo de masas, pero sin un proyecto sólido, sin horizontes. Es una repetición del proyecto de renovación de principios de siglo que se recuperó en el 92, como ejemplifica La ciudad de los prodigios de Mendoza, que es una novela olímpica sin hablar de los Juegos, el canto del cisne de la Barcelona moderna.
P. ¿El momento de oro fue el modernismo y después a vivir de rentas?
R. La ciudad aún vive de lo que se hizo aquellos años, basta ver qué visitan los turistas. La Barcelona olímpica tuvo la oportunidad de hacer algo equivalente, pero fue una oportunidad perdida.
P. ¿Tan mal lo hizo Barcelona en relación a otras ciudades españolas?
R. Las ciudaes tienen un campo de maniobra limitado por la competencia de las otras, lo que pasa es que en aquel momento Barcelona partía con ventaja. Se percibía como Milán o Francfort. Ahora ha perdido el liderazgo económico y cultural. Hay que hacer autocrítica. En el terreno político no se recuperó lo perdido por el franquismo, en el urbanístico se optó por construir y densificar aún más la ciudad y en el ámbito cultural creo que el error durante estos años ha sido el compararse demasiado con Madrid. Durante el modernismo el espejo era París. En estos años se ha perdido la perspectiva de lo que representa España en el mundo, que es casi nada, y se ha dejado de mirar a las ciudades que realmente están adelantadas.
P. ¿El Fórum fue la puntilla?
R. Fue una bajada de nivel muy importante en el que el contraste entre el idealismo ingenuo que propugnava y la realidad de lo que se hizo crearon un contraste que explotó. No veo porque se tenía que justificar la necesidad de acabar la ciudad con este evento ficticio.
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