Cuando el metro pasa de largo
La pedanía de Forn d'Alcedo pide mejores conexiones con Valencia y dotaciones
El centro les pilla a tres cuartos de hora en autobús y las vías rápidas que rodean sus casas pasan de largo. Sólo dejan la contaminación y el ruido. En el horizonte, los vecinos de Forn d'Alcedo atisban las obras del nuevo hospital La Fe, y aunque en línea recta no está tan lejos, tendrán que dar un rodeo para llegar hasta él. Les falta un puente que les una a Valencia, el mismo que les prometieron cuando se abrió entre la ciudad y la pedanía una gran brecha, la del nuevo cauce del Turia. Una brecha que se agravó con la construcción de la V-30, que junto a la Pista de Silla y un polígono industrial ha terminado de cercar la pedanía.
"Para pagar impuestos sí que somos Valencia", se queja un vecino
"Esto es como el pueblo de Astérix y Obélix, estamos rodeados", describe Carmen Sáez, presidenta de la Asociación de Vecinos Forn d'Alcedo, que ha iniciado una campaña para intentar romper este corsé que aísla la pedanía de Valencia y la relega en infraestructuras que consideran necesarias. Estos días, las peticiones vecinales cuelgan de ventanas y balcones que desde Valencia no se ven. Tampoco escucha el Consistorio sus reclamaciones, al menos de momento. "No nos contestan, ni el Ayuntamiento ni el PSOE", se queja.
Dos son ahora sus preocupaciones fundamentales: reivindicar una parada para la pedanía del futuro metro ligero de L'Horta Sud, que tendrá estación en la cercana Sedaví, entre otras poblaciones, pero no en la pedanía, y un polideportivo. "Por el polígono veremos pasar el tranvía, que no está previsto que pare aquí", se lamenta Sáez.
Los niños y jóvenes no tienen donde desfogarse. El único parque público "está hecho un asco", dicen los vecinos, y el polideportivo más cercano está en la Font de Sant Lluís. La pedanía tiene médico y farmacia (sin guardias), pero "el que necesita un clavo tiene que ir a Sedaví", comenta Consuelo Collado, de 61 años. O a Alfafar. Son las dos poblaciones en las que hacen sus compras los habitantes de Forn d'Alcedo. Valencia queda muy lejos.
A pesar de estos y otros inconvenientes, muchos habitantes de la pedanía no querrían vivir en otro sitio. "Es un barrio familiar, la gente se conoce", cuenta Pilar Casimiro, que vive en la pedanía desde hace 37 años. A los vecinos que saluda por la calle los conoce por sus nombres, su historia y sus problemas. A Felipe Mínguez, de 71 años, le pregunta cómo está junto a los pocos campos de huerta que aún se cultivan. Felipe sonríe: "Estoy perfecto". Nacido en la pedanía, dice que no tiene quejas, aunque luego se lo piensa: "Hay que volver a trabajar el campo. Hace falta algo para los jubilados y que no pasen tantos camiones". El tráfico pesado dentro de la pedanía, en dirección al polígono, es otro problema que denuncian los vecinos. Y una promesa incumplida que añadir a la lista porque ya "hablaron de sacar ese tráfico hace cuatro años".
"Ventajas hay muchas y vivimos tranquilos, pero nos tienen abandonados. Lo del autobús es lamentable, por ejemplo. Si quieres volver a partir de las diez de la noche necesitas coche. Eso sí, para pagar impuestos somos Valencia", tercia Antonio Mocholí, de 62 años. Y por eso piden atención los vecinos. Una parada del metro y un polideportivo, para empezar.
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