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Reportaje:OFERTAS DE EMPLEO

Las cuencas mineras se reinventan

Firmas tecnológicas abren brecha en Asturias para evitar la despoblación y el declive de las comarcas del interior

Una lucha denodada se libra en los últimos lustros en las cuencas mineras asturianas. El objetivo ya no es la larga pugna por la dignificación de las condiciones laborales, sino la renovación de su antiguo tejido industrial y profesional basado en la extracción del carbón. Sólo así esas comarcas del interior se librarán del azote amenazador de su progresiva despoblación y consiguiente declive. Hay indicios esperanzadores de que muchas cosas se están moviendo en serio, pero aún es necesario atraer más inversiones.

Donde antes se trataba de extraer carbón de forma masiva, ahora se trata de extraer empleo. En primera línea de esa batalla se encuentra Fucomi, la Fundación Comarcas Mineras, nacida hace década y media para promover el nuevo empleo de la zona mediante un abanico de acciones formativas y de capacitación profesional. En su patronato se integran el Gobierno asturiano, el Ministerio de Trabajo, Hunosa y los sindicatos SOMA-FIA-UGT y CC OO.

Tres de cada cuatro personas que pasan por las escuelas taller de la Fundación Fucomi encuentran trabajo en los seis meses siguientes

Efecto arrastre

"Tienen un efecto arrastre". Es una de las expresiones favoritas de Jorge Suárez, director gerente de Fucomi, cuando se le pregunta por el beneficio que reportan las firmas que se han instalado en los últimos años en unas comarcas que han venido cargando con el estigma de difíciles para las compañías. Además de una larga lista de microempresas apoyadas en su lanzamiento por Fucomi, entre las que están abriendo brecha con proyectos sólidos y a largo plazo, están empresas como Thyssen, pionera desde finales de los ochenta, y otras más recientes, como Informática El Corte Inglés; la consultora CapGemini, que da servicios a empresas desde su centro asturiano; Alas Aluminium; Venturo, especializada en cartografía y nuevas tecnologías geoespaciales, y Rioglass, que en febrero inauguró en Lena su planta de fabricación de espejos de precisión para placas parabólicas solares.

"Sigue habiendo cierta prevención a instalarse en la zona, en parte por la imagen reivindicativa que tiene la mina, en parte por los antiguos problemas de comunicación, pero la realidad es que las cuencas cuentan con gente con una magnífica formación, no sólo técnica sino también en idiomas, como el alemán, muy conveniente para el sector del automóvil".

José María Villanueva, presidente del Grupo Rioglass, no oculta su confianza en un prometedor porvenir para las comarcas mineras. Menciona el ejemplo positivo de su firma, que en 2000 abrió en Mieres una planta de elaboración de vidrio para lunetas traseras y cristales laterales de vehículos, en la que trabajan 250 personas. "En todos estos años, sólo hemos tenido una hora de huelga, y fue de guante blanco", aduce. La satisfacción con los resultados obtenidos les ha llevado a abrir el nuevo centro de Lena, en este caso, para la pujante industria de energías renovables, en el que dan trabajo a 90 profesionales.

Villanueva recuerda, además, las grandes mejoras en la comunicación experimentadas por las comarcas asturianas del sur y el interior en los últimos años y, partiendo de la "acogida extraordinaria" que Rioglass ha recibido, llama a los empresarios "a invertir más en la zona, en la que, al contrario que en muchos otros sitios, sigue habiendo una fuerte mentalidad industrial, lo que conlleva que muchos sigan prefiriendo trabajar por turnos y en fábricas, algo que sigue teniendo prestigio social". La media de edad de los empleados de la factoría que Rioglass tiene en Mieres está entre los 28 y los 30 años, mientras que en la recién inaugurada en Lena aún es menor, unos 25 años.

"Tres de cada cuatro personas que pasan por las escuelas taller de la fundación encuentran trabajo en los seis meses siguientes", esgrime Jorge Suárez. Por sus talleres han pasado ya unas 2.500 personas, mientras que por sus cursos de formación ocupacional lo han hecho más de 12.000. "Estamos en contacto permanente con los empresarios de la zona, para saber dónde está el empleo y el futuro laboral de quienes pasan por la fundación", argumenta su director gerente, quien recuerda que la formación que en ella se da está totalmente orientada a la práctica, con "clases a la carta para empresas de nueva creación" y con la realización de trabajos en las escuelas taller directamente vinculados a la vida de las empresas, como ha ocurrido, por ejemplo, con la rehabilitación del palacio de Figaredo.

Asentar la población

"En las escuelas taller, lo que tenemos son alumnos trabajadores, que a partir del sexto mes ya cobran su sueldo, de más de 400 euros, equivalente a unas tres cuartas partes del salario mínimo", explica Suárez. "Ayudar a asentar la población" es el gran objetivo social de Fucomi, como también el de la Universidad Popular de las Comarcas Mineras, abierta hace dos años y desparramada por numerosos núcleos urbanos de la zona, y de otras iniciativas dinamizadoras, como el nuevo Centro de Formación de Hunosa, inaugurado en 2005 y con una plantilla de 30 técnicos educativos. Un esfuerzo colectivo de organismos públicos y empresas que, en parte, se nutre del apoyo financiero público del Instituto para la Reestructuración de la Minería del Carbón y Desarrollo Alternativo de las Cuencas Mineras.

Entre los movimientos que se avecinan está la apertura de un nuevo centro de servicios documentales por parte de Informática El Corte Inglés en la ciudad tecnológica de Valnalón, considerada como un ejemplo de formación emprendedora por parte de la Comisión Europea.

Con una inversión de un millón de euros, el centro dará trabajo inicialmente a más de 50 empleados cualificados, de los que una parte importante serán personas con discapacidad. Está previsto que se inaugure en abril, según fuentes de la empresa, que ya cuenta con otro centro de servicios informáticos en la localidad asturiana de Blimea, con más de 100 empleados.

Alumnas del módulo de hostelería de la Fundación Fucomi, en Cangas.
Alumnas del módulo de hostelería de la Fundación Fucomi, en Cangas.

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