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Entrevista:JAVIER PÉREZ, | PRESIDENTE DE MASTERCARD EUROPA

"Bruselas dice que todos vayamos al bar y comer gratis"

Es uno de los altos ejecutivos que España ha exportado a una multinacional. Desde hace dos años, Javier Pérez vive en Bruselas y lleva las riendas de la marca de tarjetas Mastercard en Europa, donde gana el pulso a su competidora líder en el mundo, Visa. Pérez, que en su larga trayectoria profesional trabajó para su gran rival como responsable para Europa, Oriente Medio y África, ha desempeñado cargos en distintas entidades financieras en España, Japón o Estados Unidos. Desde su actual puesto gestiona un choque mayúsculo con la Comisión Europea. Bruselas ha declarado "ilegales" las comisiones que se aplican en el pago con su tarjeta en compras transfronterizas y ha anunciado una supermulta a Mastercard.

"Visa es una empresa magnífica. Pero hoy el consumidor es global. Pensar que un sistema de pagos puede ser europeo es un disparate"
"Si se elimina la tasa de intercambio, lo que el comercio gana lo acaba pagando el consumidor, y cuanto más caras sean las tarjetas, menos las usará"
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Pregunta. La decisión de Bruselas cae como agua de mayo para el comerciante y el consumidor. ¿Con qué argumentos se defienden ustedes?

Respuesta. Primero, debemos sentar un par de premisas. La primera, que el comercio lleva 40 años aceptando las tarjetas. Y si no le conviniera hacerlo, no las aceptaría. Sabe que le aportan un servicio, un valor añadido. Y la segunda premisa, que ese servicio entiende que tiene un coste. Y, por cierto, nuestros estudios demuestran que mantener efectivo en un local tiene un coste en Europa, de media, del 1,5%, por los coches blindados para llevar el dinero al banco, o por los agentes de seguridad a contratar, o por robos en la caja... Este coste es superior al de nuestras tasas de intercambio, que es del 1,2% en el caso de la tarjeta de crédito y del 0,6% en el de la tarjeta de débito.

P. Bruselas aduce que el consumidor está pagando dos veces: por el mantenimiento de su tarjeta y por el precio inflado que el comerciante, como debe abonar la tasa, aplica al producto.

R. Eso sería verdad si fuera cierto que se puede dar al comercio un servicio gratis, pero el servicio tiene un coste. Cuando Bruselas dice que no debe existir una tasa de intercambio, dice que todos debemos ir al bar o al restaurante y comer gratis. Es cierto que el consumidor no debe pagar dos veces. Creemos que Bruselas, al suprimir la tasa, sí conseguirá que el consumidor pague dos veces: por los gastos de tener tarjeta y por los de adquirir con tarjeta. Pagaría por los gastos que ahora asume el comercio. Si se elimina la tasa, la pagará el consumidor. La Comisión tiene buena intención, le falta conocimiento técnico.

P. ¿Qué impacto tendrá la supresión de esa comisión en las cuestas de Mastercard?

R. Mastercard no gana ni un céntimo con las tasas de intercambio. Cuando un consumidor compra con tarjeta en otro país, el comercio abona la tasa al banco que tiene su terminal colocado allí. Y ese banco manda el dinero a Mastercard, que lo coge y lo transfiere al banco emisor de la tarjeta de crédito. Mastercard no cobra nada.

P. Si no ganan ni un céntimo con ella, ¿por qué son tan beligerantes con la tasa?

R. Porque con el dinero, el banco emisor usa ese dinero para emitir tarjetas, y nos incentiva con medidas que dinamizan el uso de tarjetas por sus clientes. Por ejemplo, puede dar millas de vuelo con una aerolínea. Mire, en Australia se recortó la tasa un 50%. Si la tasa era del 1%, se redujo al 0,5%. Eso significa que cuando el consumidor iba a comprar, las cosas compradas con tarjeta pasaron a ser un 0,5% más baratas. Pero el consumidor siguió pagando lo mismo.

P. ¿No bajaron los precios?

R. ¡No! El comercio no bajó los precios, sino que obtuvo unos ingresos un 0,5% superiores. La ventaja para el consumidor fue cero. Y además, cuando los bancos emisores tuvieron menos ingresos por la reducción de la tasa, subieron a los consumidores la cuota que pagan por el mantenimiento de la tarjeta. Porque nadie trabaja gratis. Conclusión: lo que el comercio ganó, lo acabó pagando el consumidor. No es justo. A nosotros no nos interesa que el consumidor se vea perjudicado porque, cuanto más caras sean las tarjetas, menos tarjetas pedirá y usará.

P. ¿Qué solución vislumbra al conflicto?

R. El verdadero problema es que no se ha llegado a un sistema de justiprecio. En eso, España es un modelo a imitar. La de España es una muy buena solución: sentar a comercios, bancos emisores y al Estado a hablar de qué cuesta el servicio y de cómo compartir los gastos.

P. ¿Puede ser exportable el modelo español como solución?

R. Pues difícilmente. España es un país y el acuerdo fue relativamente sencillo. Pero ahora estamos hablando de una tasa transfronteriza. ¿Vas a sentar en una mesa a comerciantes, bancos, Gobiernos, consumidores, de una veintena de países para intentar ponerlos de acuerdo?

P. Entonces, entiendo que Mastercard irá a la guerra y no cumplirá con la supresión de la tasa en seis meses...

R. Si la Comisión Europea hubiera adoptado una posición más razonable y hubiera propuesto trabajar conjuntamente cuáles son los costes del servicio... Parece razonable decir que cero es poco razonable. En fin. Si nos mandan hacer una cosa, pues la cumpliremos. Pero como es una decisión errónea, hemos apelado. Habrá que intentar ponerse de acuerdo en el coste.

P. Tras cinco años de investigación, Bruselas también arguye que la tasa no ha tenido incidencia positiva sobre la innovación tecnológica. ¿Qué dice a eso?

R. Decir que no ha habido avances tecnológicos es disparatado. Es como decir que hoy no es de día mientras veo el sol. Los terminales que hay hoy en el comercio no tienen nada que ver con las bacaladeras de hace 20 años. Un chip en la tarjeta no está de adorno.

P. ¿Qué representa Europa para Mastercard?

R. EE UU representa el 50% de nuestro negocio, pero crece al 10%. Y Europa supone un 30%, pero crece al 18%. Así que hay mucho recorrido. Europa es la gran vía de crecimiento.

P. ¿En Europa, además, les resulta más fácil ganarle la partida a su gran competidor Visa?

R. Visa es mayor que Mastercard en EE UU y Mastercard es mayor que Visa en Europa. No damos más detalles.

P. Visa acaba de estrenarse en Bolsa. ¿Cómo puede afectarles que levante fondos para crecer e innovar y lanzar nuevos productos?

R. Visa es una empresa magnífica. Pero tiene diferencias importantes con Mastercard. En Europa se mantiene como una asociación de bancos, mientras que en el resto del mundo se convertirá en una empresa pública. Dentro de Visa tendremos dos empresas a coordinar, con dos objetivos muy distintos. Uno, con objetivo de servicio a los accionistas, y otro, de servicio a los bancos asociados. No es el caso de Mastercard. Ser globales tiene muchas ventajas. La naturaleza de nuestro negocio es global. El consumidor es ya global y exige productos globales. Para un español que vaya a Marruecos o a Estados Unidos, pensar que una tarjeta valga sólo para Europa es un disparate. Pensar que un sistema de pagos puede ser sólo europeo es un disparate. Estábamos en eso hace 15 años. La falta de globalidad dificulta, además, la innovación. Y hace falta una plataforma técnica única. La salida a Bolsa no nos afectará, no cambia nada.

P. ¿Se plantean crecer con compras?

R. Bueno, hemos integrado a Europa y Francia, operación que se completará este año. Se pueden mirar cosas, pero nuestra estrategia es muy de crecimiento en nuestro core, nuestro negocio nuclear, en lo que sabemos hacer.

P. ¿Qué futuro vislumbra a los medios de pago?

R. La llegada del chip derivará en la desaparición del plástico. Llevaremos un chip en el reloj o el teléfono móvil. Y se pagará acercándolo al terminal. Hay más de medio millón de terminales en España y actualizar los terminales costará dinero y llevará su tiempo.

Javier Pérez, en el hotel Arts de Barcelona.
Javier Pérez, en el hotel Arts de Barcelona.MARCEL·LÍ SÁENZ

"Un contexto de desaceleración hace que la gente use más el dinero de plástico"

Pregunta. ¿Cómo está afectando la crisis financiera y la congelación del mercado del crédito a los emisores de tarjetas?

Respuesta. En nuestro negocio no hemos visto aún ningún impacto directo, ni siquiera en Estados Unidos. Es pronto para sacar conclusiones, pero en cada situación de desaceleración, se han reanimado los medios de pago, históricamente. Un contexto de bajo crecimiento no ayuda a que la gente gaste más dinero, pero en ese entorno la gente tiende a usar más dinero de plástico. Puede comprar algo hoy y no pagarlo hasta fin de mes, cuando a lo mejor no lo podría comprar hasta que le ingresaran el sueldo.

P. ¿Pero no notan menos consumo? ¿Más peticiones de aplazamiento de pagos?

R. El consumidor puede gastar menos que antes, pero como tiende a usar más la tarjeta, el uso de la tarjeta compensa la reducción del gasto. A lo mejor se va menos al restaurante y se come más en casa, pero se usa más la tarjeta en el supermercado. Se hacen más transacciones. Y los ingresos de Mastercard vienen por volumen pero sobre todo por número de transacciones. Aunque, obviamente, a Mastercard no le interesa una recesión.

R. En España aún existe reticencia al uso del dinero de plástico. ¿La actual desaceleración puede acostumbrar más al público que no la emplea?

P. En España sólo se emplea el plástico para cubrir un 25% de todas las transacciones. El resto lo paga, sobre todo, en efectivo o con cheque. Hay un largo recorrido por delante. Cuando el consumidor empieza a utilizar más el plástico, ese hábito se queda ahí, porque es más cómodo y tiene ventajas. En España, muchos consumidores desconocen esas ventajas. Yo ahora veo mucha publicidad en las agencias bancarias. En vez de retraerse, la banca tiende a promover el uso del plástico.

P. ¿Ha desaparecido el miedo a pagar con tarjeta al comprar por Internet?

R. No, aún no. Hay ciertas cosas que el consumidor ha aceptado, como la compra de billetes de avión. Otras, no. Cuando va a un sitio de Internet conocido, se siente cómodo. Si no conoce el comercio, tiene miedo. Tenemos instrumentos que nos permiten realizar operaciones con toda seguridad, pero no cala la idea de la seguridad.

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