Empieza la toma de datos del mapa acústico del litoral gallego

En las profundidades de las aguas marinas no existe el silencio. Hay ruidos en continuo, sonidos de origen natural que emiten su fauna y su flora o producidos por fenómenos geológicos puntuales e imperceptibles en la superficie, como terremotos o tsunamis a pequeña escala.

Pero también se registran, y cada vez más, ruidos molestos que contaminan el ecosistema marino, como el creciente tráfico marítimo que afecta principalmente a los cetáceos. Y puede llegar a ser "una amenaza si esa contaminación prolifera de forma descontrolada" y sin medidas que le pongan coto, explica Miquel Vilagut, el director del programa que desarrolla el Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas (LAB) y la Obra Social de La Caixa para elaborar el primer mapa acústico de las aguas continentales españolas.

Un documento imprescindible para la pretensión del Ministerio de Medio Ambiente de redactar una normativa que ponga coto a los ruidos también en la vida submarina. Tras recorrer el litoral catalán y el cantábrico, el velero científico Ibero inicia hoy, tras permanecer atracado 10 días en A Coruña, la toma de muestras y datos para determinar la actividad acústica de las rías y costas gallegas.

Muerte de ballenas

Se trata de recoger, en lugares como Ferrol (la semana que empieza), Vilagarcía, Marín y Vigo, de aquí a julio, datos sistemáticos para prevenir "un problema incipiente", dice Vilagut, que ya originó casos puntuales, y de momento excepcionales, de mortalidad importante, como cuando se descubrió en Canarias que el fallecimiento repentino de un numero significativo de ballenas fue causado por unas maniobras militares en el mar.

Determinados animales, como los delfines que proliferan en las rías gallegas, se guían y buscan alimentos gracias a los sonidos que capta su aparato "tipo sonar, que es muy sensible y prácticamente su única fuente de información". Y los pesqueros, que surcan las rías, o barcos de todo tipo que atracan en los puertos gallegos, emiten ruidos ensordecedores dentro del mar que si bien no afectan al aparato auditivo de los delfines, si puede llegar a distorsionar su percepción para moverse. Es cómo cuando está una persona en la calle hablando por el móvil y pasa una ambulancia con sus sirenas que le impide, durante un momento, seguir su conversación", indica Vilagut.