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Maastricht y Arco

Victoria Combalia

Es la mejor feria de arte de Europa, si no del mundo. Lo acabo de constatar al contemplar la excepcional calidad de las piezas exhibidas y, sobre todo, la confortabilidad de su visita. Porque poca gente se ha parado a pensar que las artes plásticas son una de las artes más incómodas de ver: a diferencia del libro, que puede leerse tranquilamente en casa, o del concierto, que uno escucha sentado en la butaca, los cuadros necesitan de un desplazamiento y de un recorrido a pie. Sumado al esfuerzo intelectual de la visión de la obra, el resultado suele ser agotador. Por eso se agradecen en Maastricht los sofás en cada pasillo, agradablemente rodeados de flores naturales y los cinco elegantes self-service, la brasserie y el restaurante que cumplen su función de lugares de descanso y de reposo. Nada que ver con el último ARCO, en donde ir a la cafetería suponía una obligada visita posterior a la tintorería, tal era el olor a fritanga y a humo que desprendía el local y en donde los poseedores de una tarjeta VIP habían de luchar a brazo partido para obtener una mesa tras 10 minutos de cola para entrar. Allí un millonario, con rostro compungido, nos preguntó si podía coger un trozo de pan de nuestra mesa, a lo que obviamente accedimos. No pude dejar de pensar en las ventas que dejarían de hacerse con un estómago tan poco cuidado y un trato tan poco deferente a clientes que podían gastar 20.000 o tal vez 100.000 euros.

Si un potentado quisiera hacer una colección del arte del siglo XX, casi podría hacerla en Maastricht

Pero volviendo a la feria de Maastricht, llamada Tefaf, que se cerró el pasado domingo, ofrece 17 secciones entre las que están las obras de arte de maestros antiguos, las antigüedades de todo tipo, las artes primeras (África, Oceanía, arte precolombino), el arte chino y egipcio, joyas, muebles, tapices y alfombras y arte del siglo XX.

Entre los cuadros más valiosos o interesantes entre los maestros antiguos podía verse Aristóteles y Filis, de Cranach, en Colnaghi; un excelente Bodegón de Sebastien Stoskopf en Habott & Co; una Wundercamera en Georg Laue; La letra con sangre entra, pequeño lienzo de Goya, en Caylus (la única galería española presente en la feria); un realista e inquietante Euclides se viste de mujer para escuchar a Sócrates, de Domenico Maroli, en la Galerie Canasso y un pequeño rembrandt en Noortman. Pero sobre todo, si un potentado quisiera hacer una colección del arte del siglo XX, casi podría hacerla íntegramente en Maastricht: desde la maqueta de la famosa Cabeza de Naum Gabo (original en el MOMA) hasta Louise Bourgeois, pasando por mucho expresionista alemán, las piezas excelentes eran innumerables. Señalemos dos bodegones de Picasso y dos fontanas espléndidos en Dickinson; los dibujos de Kupka en Berès; los calder, un dibujo de Gauguin y uno de Modigliani en Cazeau; una maravillosa materia de Tàpies también en Cazeau; un corot, un knopff, dos mirós y un muy bello oscar domínguez en Hopkins Cousteau; los schieles, los raros otto dix de 1918 y el pequeño Perro de Bacon en Richard Nagy; los beckmanns y el picasso cubista -analítico- de Krugier; los dibujos constructivistas (de Udaltsova, Popova y Suetin) de Hutton; el braque y el picasso de Aquavella; los picabias de Hauser and Wirth; los klees y motherwell de Malborough... y así hasta el infinito. En la feria, todos traen obras no vistas anteriormente y un comité de 22 expertos vela por la autenticidad de las piezas. Para renovar el evento, este año han invitado a ocho jóvenes galeristas de todo el mundo: la galería Svestka de Praga mostraba una gran obra de Kupka de su primera época, mientras que Von Baeyer de Londres traía libros editados por Ambroise Vollard. Como se ve, había obras para todos los gustos.

Más allá de las discusiones sobre si las ferias han de ser especializadas o eclécticas, al final resulta que lo único que cuenta es la calidad de lo que se ofrece .Y aquí, la relación cantidad / calidad era inigualable. Las ventas, aunque lentas, han sido muy buenas al decir de los galeristas. Lo cual, dado el momento de incertidumbre económica que se vive, es altamente positivo.

victoriacombalia@gmail.com

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