Mas reconoce que CiU "no avanza" y llama a la unidad de los catalanistas
Dirigentes de CDC piden un cambio de rumbo tras los resultados del 9-M
Convergència i Unió (CiU) va de capa caída desde 1996. O lo que es lo mismo, se ha dejado entre 60.000 y 180.000 votos en cada una de las elecciones generales celebradas desde entonces. El 9-M confirmó esta tendencia y muchos dirigentes de CiU lo han digerido mal. Así se evidenció ayer en la reunión de la ejecutiva de Convergència Democràtica (CDC), en la que varios dirigentes tomaron la palabra para reclamar una reacción que permita a la federación dejar atrás su lenta pero firme decadencia. El propio presidente de la federación, Artur Mas, certificó tras la reunión que CiU "no avanza". Sin soluciones mágicas a la vista, el líder nacionalista abogó por la unión de todos los catalanistas.
No hubo grandes críticas al candidato, el democristiano Josep Antoni Duran Lleida, ni tampoco salieron a colación recetas concretas para cambiar de ciclo, pero la ejecutiva certificó que la familia nacionalista pasa por horas bajas. Hasta el ex presidente de la Generalitat Jordi Pujol confesó a sus seguidores de partido que el 9-M quedó muy lejos de sus expectativas. El fundador de CDC, que se pasó la campaña electoral predicando el voto de castigo al PSOE y el PP y a reclamar para CiU el voto de la "dignidad nacional", reconoció ayer que su mensaje no caló. La bipolarización y el voto de castigo al PP pudieron más que el mensaje nacionalista.
La tesis de Jordi Pujol es ampliamente compartida por buena parte de la ejecutiva nacionalista. Otra histórica del partido, Carme Laura Gil, efectuó una dura intervención para lamentar lo que para ella son unos malos resultados pese a que CiU logró mantener los 10 escaños de 2004. Fuentes de la federación nacionalista informaron de que Gil dijo que echaba en falta un mensaje "más emocional", al estilo del que ha tenido el PSC con su campaña de "la Cataluña optimista".
Tras Pujol y Carme Laura Gil, hasta una decena de dirigentes de la federación tomaron la palabra en una reunión que dibujó un panorama poco optimista aunque todos ellos coincidieron en señalar que los resultados del 9-M fueron "dignos" en comparación, sobre todo, con los de las otras fuerzas minoritarias. Los comentarios de ayer vinieron a engrosar la autocrítica realizada en los últimos días por los dirigentes Felip Puig y el alcalde de Sant Cugat, Lluís Recoder.
Quizá para evitar conflictos con Unió Democràtica, la ejecutiva de CDC evitó ayer afrontar el espinoso asunto de los pactos poselectorales. La ejecutiva volvió a dejar manos libres a Mas y a Duran Lleida para que negocien con el PSOE después de Semana Santa. Mas recordó que afronta la negociación convencido de que no tiene "ninguna obligación" de llegar a acuerdos.
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