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Necrológica:EN MEMORIA DE JOSÉ IGNACIO TELLECHEA IDÍGORAS
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Protagonista de la revolución intelectual de la Iglesia española

El pasado día 8 desapareció José Ignacio Tellechea Idígoras, una de las figuras que más contribuyó en la recuperación de la historiografía española de los años sesenta y setenta del siglo pasado. Nacido en San Sebastián en 1928, siempre estuvo muy ligado al País Vasco. Perteneció a la primera generación de eclesiásticos que, después de la Guerra Civil y la II Guerra Mundial, acudió a estudiar a Roma.

En 1951, el mismo año en que fue ordenado sacerdote, llegó a esta ciudad y estudió Historia y Teología en la Universidad Gregoriana. Como investigador creció en los archivos y bibliotecas de Roma. En 1956 ya estaba en España dando clases en el seminario de San Sebastián y en Madrid. En 1966 pasó a la Universidad Pontificia de Salamanca, aunque continuó impartiendo docencia en el País Vasco.

En Roma tomó contacto con el proceso a Carranza, arzobispo de Toledo procesado por la Inquisición en el reinado de Felipe II, que sería el tema central de sus investigaciones. En esta ciudad conoció y fue amigo de la generación de intelectuales eclesiásticos, seguramente, más brillante que ha dado la Iglesia española en el siglo XX.

Para ellos tuvo una gran importancia el salir de la España de los años cincuenta y asistir a las clases de profesores de las más distintas nacionalidades, vivir los debates de la Italia de los años cincuenta y asistir a los primeros aires de renovación de la Iglesia, que darían lugar al Concilio Vaticano II. Ellos fueron protagonistas de la renovación intelectual de la Iglesia española en los años sesenta y setenta.

Con su habitual discreción, Tellechea hablaba poco de los "tiempos recios" -como definía la coyuntura en que le tocó vivir a Carranza- que también le tocaron vivir a él. Por sorprendente que parezca, fue doctor en Teología, pero no en Historia, "porque", como diría después, "tenía que luchar constantemente con los prejuicios del director".

Su detallado análisis del proceso a Carranza demostraba que a través de él, la Inquisición y una parte de la Orden de Santo Domingo, impusieron la ortodoxia más intransigente. Pero Carranza, también miembro de la Orden de Santo Domingo, no había sido ningún imprudente o temerario, como había afirmado Menéndez Pelayo en su defensa de una historia "nacional" católica a machamartillo. Para Tellechea, el arzobispo de Toledo había encarnado una versión igualmente católica, pero más espiritual y menos rígida.

Con la Transición Democrática se produjo una profunda renovación de los estudios sobre la Inquisición. Tellechea participó activamente en congresos y publicaciones, aunque quizá sus aportaciones quedaron algo oscurecidas ante el empuje de estudios más a la moda.

Fue el primer español que logró entrar en los archivos de la Congregación del Santo Oficio de Roma, con permiso expreso del Papa, en una época en que estaban cerrados a cal y canto. Investigador de archivo, nunca se vanaglorió de los puestos que le habían ofrecido, entre ellos el obispado de Bilbao.

Para él, lo más importante fue su trabajo y su amistad con Bataillon, Marañón, Américo Castro, Sainz Rodríguez u otros investigadores más jóvenes. Nunca leyó su tesis en Historia, pero ha seguido publicando ininterrumpidamente sobre Carranza, en paralelo a estudios sobre el molinosismo, las relaciones entre la Monarquía y el papado en tiempos de Felipe II, o libros como Ignacio de Loyola. Solo y a pie, traducido a siete idiomas.

Quienes le conocimos sabemos del rigor y la disciplina con la que asumía su trabajo y de su disponibilidad para asumir los compromisos. Persona muy accesible, siempre prefirió la conversación sobre los temas que le interesaban antes que los festejos académicos. En Tellechea no había espacio para rencores, ni peleas académicas que le distrajesen de su investigación. Se ha ido, pero ha dejado su ejemplo y una obra historiográfica ingente.

Roberto López-Vela es profesor titular del Departamento de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad de Cantabria.

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