Arrimón de José Tomás
Sin arrebatar, también sin arrasar, José Tomás dio un sonoro toque de atención. De responsabilidad. Ninguna de las dos faenas despegaron a las alturas. Más bien un vuelo rasante en ambas. Tampoco fueron un canto a sus virtudes, que por otra parte siempre asomaron, pero fueron como un golpe seco de decir "aquí estoy yo". Su primera faena fue un revuelto de aciertos e imprecisiones. Desde los estatuarios de salida, con un segundo estremecedor, pasando por un inmediato desarme, hasta llegar a dominar la voluntad del toro. Faena de impulsos, de golpes sueltos. Irregular por momentos, pero siempre bajo control. Hubo más claros que nubes. Quietud. Cada serie era una entrega dispar de muletazos. Una combinación constante de limpieza e imprecisión. Mucha bondad en el toro, pero de rácana entrega. A pies juntos y de frente, Tomás quiso bajar el telón de la faena con apoteosis. No fue tanto.
Núñez / Barrera, Tomás, Sánchez
Toros de Núñez del Cuvillo, el segundo como sobrero. Justos de presencia, bondadosos y con poca fuerza.
Vicente Barrera: saludos tras aviso y oreja tras aviso. José Tomás: oreja tras aviso y saludos tras dos avisos. Tomás Sánchez: vuelta y palmas tras aviso.
Plaza de Valencia, 13 de marzo. 6ª de feria. Lleno de "no hay billetes".
El quinto de la tarde no pareció ser ningún aliado de Tomás. Hubo más emoción que limpieza en unas gaoneras a pies juntos que no provocaron el efecto de encender la plaza. Le costó a José Tomás meter a la gente en trance. Al toro, siempre al paso, le costaba un mundo moverse. Dos partes tuvo la faena. Una primera de simple contacto. Intentos vanos de ligar dos muletazos seguidos. Vista la cosa, Tomás optó por invadir terreno enemigo. En el centro del ruedo, cruzado en exageración, se metió entre los pitones del toro. Arrancó entonces la plaza, que por un momento se creyó perdida en la decepción. Más que torear, lo que hizo José Tomás fue arrimarse. Labor larga, de casi perder la noción del tiempo. Tanto, que le tocaron un aviso. Una media, que asomó un pelo dejó la posible puerta grande para mejor ocasión.
Por delante y por detrás de José Tomás torearon Vicente Barrera y Tomás Sánchez. No fueron dos simples comparsas, pero casi fueron dos convidados de piedra. Barrera no terminó de centrarse con el dulce y noble primero. Obligado a reponer posición cuando lo toreó sobre la derecha, mejoró la imagen en una aceptable serie con la izquierda. Poca cosa para tanto tiempo delante del toro. Repitió guión con el bello y flojucho cuarto. De nuevo trasteo extenso, pero poco intenso. Muy hábil al matar, dejó una entera de la que el toro salió sin puntilla. Con el público muy a favor, se llevó premio.
A Tomás Sánchez le pudo la presión. No lo vio claro en el tercero, que le costaba todo un mundo tomar la muleta y no terminó de decidirse. Animoso con el topón sexto, se puso machacón e insistente. A esas horas, con casi tres horas de espectáculo, la gente apenas lo valoró.
La corrida de Núñez del Cuvillo, con variedad de pintas, tuvo más apariencia que trapío. Sus ofensivas cabezas taparon sus justas hechuras. Blandos, bondadosos y sosos, pasaron por el caballo sin pena ni gloria.
Babelia
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