La inercia del reposo
La política valenciana sigue sujeta a las leyes de la mecánica clásica y no conoce aún las sofisticadas leyes de la relatividad. La fricción no es solo una fuerza física, como explicó Galileo, sino que también, como se han empeñado en demostrarnos los padres de la patria durante toda la legislatura, es una fuerza en política y de gran potencia. Asimismo, en la vida social, la tendencia de un cuerpo a resistir un cambio en su movimiento también se llama inercia. En un sistema social, como en la física newtoniana, la inercia es la tendencia de una organización a permanecer en movimiento, si está en movimiento, o en reposo, si está en reposo. Así las cosas, los resultados electorales no serían más que la fotografía de un determinado momento de esas inercias sociales y políticas.
La inercia de Francisco Camps y de Rita Barberá de jugar al victimismo ventajista es sobradamente conocida. Pero no por eso habría que dejar de subrayar el grado de cinismo político del que hizo gala la alcaldesa de Valencia cuando el sábado, en plena jornada de reflexión y con el cadáver por enterrar del militante socialista Isaías Carrasco, saltándose el acuerdo alcanzado con los socialistas de realizar el lunes las concentraciones de duelo por el asesinato, convocó una concentración a las puertas del Consistorio. Barberá, además de incumplir el acuerdo del pleno municipal, similar al alcanzado por la Federación Española de Municipios y Provincias, de la que por cierto fue presidenta, arremetía, "indignada" según sus propias palabras, contra los socialistas, de los que, aseguró, "alguna cosa tienen que temer". Inexplicablemente, el PSPV-PSOE calló. Ayer, llevada de la misma inercia de sacar rédito político del terrorismo, se permitía instar al futuro Gobierno que nombre Zapatero para que "deje de ser sensible a todas esas exigencias nacionalistas" y "al ver el profundo fracaso de la negociación con ETA, decida hacer un pacto nacional con los representantes en el Parlamento que creen que la única forma de actuar contra ETA es derrotarla con toda la fuerza del Estado de derecho y de la ley". Desde las filas de los socialistas valencianos otra vez pudo oírse la callada por respuesta. La tercera ley de Newton, el principio de acción y reacción, establece que siempre que un cuerpo ejerce una fuerza sobre un segundo cuerpo, el segundo cuerpo ejerce una fuerza sobre el primero cuya magnitud es igual, pero en dirección contraria a la primera. El PSPV-PSOE parece al margen de las leyes de la física, ni por esas reacciona.
El partido de los socialistas valencianos practica la inercia del reposo, en la que están instalados desde hace muchos años y que con la dimisión de su secretario general y la sustitución de la dirección por una gestora roza el encefalograma político plano. Una inercia, en fin, que apenas se ha visto rota por el desembarco de la vicepresidenta del Gobierno en la campaña valenciana. María Teresa Fernández de la Vega ha logrado contener la debacle y remontar el pozo en el que se había sumergido el PSPV en las elecciones autonómicas de mayo. Un pozo que, con la caída de Pla, parecía no tener fondo. Zapatero y su equipo tienen ahora toda la legitimidad para renovar de arriba abajo ese aparato averiado que se hace llamar PSPV-PSOE.
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