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Autobuses en pie de guerra

Madrid y Valencia también sufren huelgas de transportes

El año empezó con una larga cuesta de enero en el transporte público. Barcelona lleva cinco meses sufriendo huelgas de los conductores de autobuses de Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB). La empresa municipal informó ayer de que 50 de los 549 autobuses que se prevén para los sábados no salieron de las cocheras por la falta de personal que arrastra debido a las 750 bajas laborales registradas sobre todo en los últimos cinco días. El comité de empresa elevó a 150 los vehículos que no circularon. La empresa tampoco acudió ayer a la reunión que convocaron unilateralmente los conductores para pactar los descansos. La presidenta de TMB, Assumpta Escarp, la calificó de show.

Ayer no circularon en Barcelona 50 de los 549 autobuses por bajas laborales
En Valencia coinciden huelgas de la EMT y del metro en las Fallas
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"En toda movilización hay perjudicados"
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"Con un poco de voluntad, no habría problema"
"Sin servicios mínimos, llamaremos a la policía"
"La posturas de ambos no están tan lejos"

Pero no sólo Barcelona sufre estos días la falta del transporte necesario. Desde el pasado 22 de febrero, Madrid padece una huelga de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) por la negociación del convenio colectivo. Lo mismo ocurre en Valencia, donde coincide con parones en el metro. Los principales afectados son los millones de usuarios que todos los días usan el autobús o del suburbano para desplazarse.

BARCELONA, PARADA

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DESDE NOVIEMBRE

Cinco meses de vía crucis. Con más o menos intensidad, el calvario de los usuarios de la red de autobuses de Barcelona arrancó el pasado mes de noviembre. Al principio, la convocatoria de paro fue de cinco horas, el 21 de noviembre. En diciembre, cuatro días seguidos en puertas de la Navidad. En enero, tres más. En febrero, seis horas, y ahora, esta semana, cinco días, a los que les seguirán todos los jueves de marzo. La empresa de transportes calcula que unas 700.000 personas utilizan los autobuses los días laborables y que en esta semana se habrán perdido 2,5 millones de viajes. Los afectados se cuentan por millares porque los servicios mínimos sólo cubrían la franja punta de la mañana y la tarde y con la mitad de la flota. Los usuarios no esconden su enfado, sobre todo cuando viajan en los atestados vagones del metro. Ese ha sido el transporte que ha notado más el trasvase.

La huelga de esta última semana ha tenido, además, el negativo efecto del incremento del tráfico rodado -en torno al 3%- y un montón de problemas de movilidad en el centro ya que, a diario, las asambleas de los trabajadores se celebraban en la calle y acababan en manifestaciones improvisadas con el consecuente caos de tráfico.

Las principales reivindicaciones de los conductores de autobús -la plantilla es de cerca de 2.900 personas- son tener dos días de fiesta consecutivos y el derecho a descanso de 30 minutos dentro de la jornada laboral. Se plantean, también, incrementos salariales. La postura de la empresa ha permanecido inamovible: si hay huelga no se negocia.

Al otro lado del conflicto, la voz del presidente del comité de empresa, Saturnino Mercader (CGT), se opone a la desconvocatoria de la huelga: "Si quieren negociar, se puede negociar". Esta huelga tiene la particularidad de que ha creado una importante tensión dentro del comité de empresa, en el que tienen la mayoría las centrales UGT, CC OO y el Sindicato Independiente de Trabajadores (SIT). Éstos se han limitado a dar su apoyo tácito al paro convocado por las dos fuerzas sindicales más radicales: CGT y Actub. Pero la huelga tiene sus costes. UGT y CC OO han decidido buscar alguna fórmula de acercamiento para que la empresa convoque al comité y se abra la negociación. Prácticamente uno de cada cuatro trabajadores ha cogido la baja para evitar descuentos en la nómina.

La salida del callejón, tal vez, podría producirse a partir de mañana si todos se avienen a sentarse a negociar. El conflicto ha tenido otras consecuencias: 61 autobuses saboteados y casi 25 trabajadores con expediente disciplinario. Y un sinfín de enfrentamientos, en forma de amenazas y coacciones, entre compañeros del volante.

UNA HUELGA TRANQUILA

EN MADRID

Los viajeros esperando bajo las marquesinas es la imagen clásica en hora punta los días marcados en rojo en el calendario de los trabajadores de la EMT. Siete paros ha habido hasta ahora desde que se convocó la huelga, el 22 de febrero, tres de ellos de 24 horas. También siete han sido las reuniones entre los sindicatos y la EMT, antes de llegar a esta situación. No se ponen de acuerdo en la negociación del convenio colectivo. Aún quedan dos jornadas más de paros parciales, mañana y el miércoles.

Las demandas de los 7.700 trabajadores de la empresa municipal son básicamente económicas. Piden un plus mensual de 180 euros, más una paga extra de 500 euros en septiembre. El comité de empresa exige un descanso de media hora entre jornadas, que ya tienen reconocido pero que denuncian que no se aplica. La EMT calcula que todo ello implica incrementar hasta el 29% los salarios, un gasto que la empresa cifra en 80 millones de euros.

El conflicto para el ciudadano se traduce en esperas, en ocasiones de más de una hora. Para los cerca de 800.000 viajeros de la EMT, sólo circulan el 60% de los autobuses en hora punta en las líneas que no tienen otro medio alternativo, y el 50% en las que sí; en horas valle, es del 40% para todas las líneas.

De los 1.800 autobuses, han circulado 940, lo que ha llevado a los viajeros a optar por otros medios de transporte. Los vagones de metro se han llenado en hora punta el 10% más y los viajes en taxi han crecido el 25%. Aun así no puede decirse que la ciudad esté paralizada por la huelga. Sólo el lunes se vivió un amago de trifulca en una manifestación de más de 7.500 personas a favor de los paros. Lo que empezó como una concentración pacífica, casi acaba en bronca cuando los antidisturbios tuvieron que reducir a unos manifestantes que intentaron parar el tráfico. Pero en general ha habido calma. La EMT ha cifrado los daños en apenas una decena de destrozos en coches.

Tras seis días de huelga, el jueves se reunió la mesa negociadora. Pero no hubo acuerdo. EMT se comprometió a ofrecer mejoras salariales según la productividad y pidió un menor absentismo laboral, que en 2007 cifró en el 10%. Para el próximo martes se prevé otra reunión que, según los trabajadores, tiene visos de acabar en tablas. La huelga seguirá al menos dos días más. Después, tras unas jornadas "de reflexión", decidirán si abandonan la huelga o plantean un nuevo calendario de movilizaciones.

FALLAS SIN BUS NI METRO EN VALENCIA

Entre dos fuegos y con la semana fallera a la vuelta de la esquina. Los usuarios del transporte público en Valencia lidian desde finales de febrero con dos huelgas, la de los autobuses de la EMT (Empresa Municipal de Transportes) y la de maquinistas del metro. Ya van cuatro jornadas con paros coincidentes en la hora punta de la mañana, con más de 150.000 viajeros afectados que abarrotan andenes y convoyes en el suburbano o esperan resignados en las paradas de autobús. La imagen se repite a última hora de la tarde.

Los conductores de la EMT no cumplen los servicios mínimos en la hora punta de la mañana, fijados en el 66%. Los sindicatos, que han convocado la protesta por el bloqueo de la negociación del convenio, los consideran abusivos. De los 270 vehículos que debían circular, en los primeros paros sólo salieron entre 60 y 80 -el viernes ya 200-. Eso ha movido a muchos usuarios a buscar alternativas.

Los viajeros del metro soportan paros parciales desde finales de enero, también con el 66% de servicios mínimos que se han respetado. La huelga la ha convocado el Sindicato Independiente Ferroviario (SIF), mayoritario entre los maquinistas. La empresa y el sindicato se han enredado a cuenta de un plus de productividad que la dirección del metro no quiere negociar fuera del convenio, en plena revisión. El SIF, además, pide mejoras de seguridad y denuncia la fuerte presión sobre los maquinistas desde el accidente que costó la vida a 43 personas en 2006 al descarrilar un convoy. El metro acusa al sindicato de usar la seguridad como escudo "para lograr mejoras salariales".

El arranque de las Fallas, con el disparo de una mascletà en la plaza del Ayuntamiento todos los días a las 14.00, ha complicado la situación por la gran afluencia de público, que baja en avalancha a los andenes en pleno paro parcial de tres horas. Será peor. Sobre todo a partir del 15 de marzo, cuando los maquinistas del metro prevén paros de 24 horas en plenas Fallas.

En previsión del caos que se avecina, la Dirección General de Trabajo ha aumentado los servicios mínimos para esos días al 90%, una medida sin precedentes que anula la huelga. El mismo aumento pretende imponerlo en la EMT para dos paros de jornada completa durante las Fallas que coinciden con los del metro, pero la decisión se ha pospuesto. El comité de empresa y la dirección de la EMT prevén reanudar la negociación. Los trabajadores defienden que sus reivindicaciones no se apartan de otros convenios, pero el Ayuntamiento, del PP, ve desmesuradas sus pretensiones.

De momento, no ha habido incidentes con los piquetes, aunque fuera de las cocheras algunos autobuses han sufrido pinchazos y un vehículo acabó la ruta con una luna rota. La proximidad de las Fallas puede acelerar las negociaciones en ambos transportes.

Esta información ha sido elaborada por Rebeca Carranco, Blanca Cia y Sara Velert.

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