"El feto no podía vivir y tuve que irme a París"
Una mujer relata su vía crucis para abortar por una lesión detectada después de las 22 semanas
El aborto sigue siendo tabú en España. Ni las mujeres ni los médicos quieren aparecer en público hablando de ello. Por eso esta pareja aparece cubriéndose. Son gallegos y muy jóvenes. Apenas 22 años. El embarazo era deseado y durante las primeras semanas de gestación, aparentemente, todo iba bien. Las malas noticias llegaron cuando la mujer llevaba ya seis meses y medio embarazada. Le dijeron que el feto tenía una grave holoprosencefalia, un palabro que encierra un pronóstico vital infausto: no se forman los hemisferios cerebrales y algunas de las anomalías que puede acarrear son la falta de nariz o el desarrollo de un solo ojo.
"El médico nos dijo que el feto no viviría, pero que aquí en España ya no era legal abortar", explica la mujer. "Nos sugirió que nos fuéramos a París". El ginecólogo trabajaba en un hospital público. Según la ley, los abortos por malformación fetal tienen como límite máximo las 22 semanas. Pero lo que ningún médico les explicó es que otro de los supuestos despenalizados, el de grave riesgo para la salud psíquica de la madre, no tiene plazo máximo. Algunos médicos parecen creer que las mujeres están obligadas a llevar a término embarazos en los que el feto no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir.
"Nos fuimos a París, al hospital público Roger Debré", relata la pareja. Les repitieron las pruebas, se reunió una junta de médicos para deliberar y aprobaron el aborto. En Francia se permite interrumpir el embarazo libremente durante las primeras 12 semanas y en cualquier momento si el feto tiene lesiones graves e irreversibles.
La intervención la financió la Seguridad Social francesa, pero en total la pareja se gastó unos 2.500 euros en viajes, hoteles, comidas... Pasaron 17 días en aquel país.
"En el hospital nos ayudaron muchísimo. Como no sabemos francés, nos pusieron una enfermera que hablaba español. Menos mal, porque no teníamos dinero para pagar un intérprete", dice la mujer.
Si nadie reforma la ley, decenas de mujeres tendrán que seguir viajando a París o a otras ciudades por este tipo de casos. Esta pareja gallega coincidió con otras dos españolas en el hospital de París. Y los médicos les dijeron que en un solo día habían recibido 10 llamadas pidiendo información desde España. "Esperemos que algo cambie y que no tengan que seguir saliendo del país más parejas en estas condiciones", concluye la pareja gallega. "Porque se pasa muy mal".
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