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La carrera hacia la Casa Blanca

El duelo demócrata se alarga sin salida

Clinton gana en Ohio y Tejas pero Obama sigue primero en número de delegados

Antonio Caño

Mientras el Partido Republicano ha consumado de forma ordenada y práctica el proceso de elegir como candidato a su figura con más posibilidades de ser presidente, el Partido Demócrata ha decidido proseguir su guerra fratricida hasta el final.

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El último supermartes, en lugar de acercarles, aleja a los demócratas del momento de la nominación, y el fantasma de que no pueda elegirse un candidato en las urnas ha tomado ya cuerpo de forma alarmante. Hillary Clinton cumplió el martes con su deber de ganar en Ohio y Tejas. Eso la mete de lleno en una carrera que parecía tener perdida. Pero Barack Obama mantiene una significativa ventaja en número de delegados, una ventaja difícil ya de superar por su rival.

La jornada era una eliminatoria para Clinton. Después de 11 derrotas consecutivas, tenía que ganar en esos dos grandes Estados para seguir en liza. Lo hizo. En Ohio, por 10 puntos, con más comodidad de lo previsto. En Tejas, por cuatro. Ganó también en Rhode Island y dejó para Obama únicamente un triunfo en Vermont como premio de consolación.

Fue una jornada victoriosa basada en el predominio recuperado entre los sectores que siempre le han sido más fieles a Clinton: las mujeres blancas, entre las que ganó por 36 puntos de ventaja en Ohio y 21 puntos en Tejas; los hispanos, de los que ganó dos terceras partes del voto en Tejas (67% contra 31%) y los trabajadores de la industria y los sindicatos de Ohio, entre los que se impuso por más de 15 puntos.

Obama mantuvo su fuerte tirón entre los jóvenes, los negros y los hombres blancos de mayores ingresos y más alto nivel de educación. Pero esta vez no consiguió morder en la coalición que sostiene a Clinton en la carrera.

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La ex primera dama interpretó, por supuesto, estos resultados como una prueba de la voluntad de los ciudadanos de "continuar esta campaña y continuarla hasta su término". No sólo descartó cualquier retirada anticipada, sino toda posibilidad de una candidatura compartida con Obama que no esté encabezada por ella. "El pueblo de Ohio ha dicho claramente que yo debo de estar al frente", declaró.

Las cuentas de Obama son diferentes. "Nada de lo ocurrido ha cambiado de forma sustantiva nuestra ventaja en número de delegados, lo que nos permitirá un triunfo al final", declaró el senador de Illinois.

Es decir, los dos se declararon ganadores. Y tenían argumentos convincentes para hacerlo. Clinton demostró su fortaleza en lo que serán dos grandes escenarios de las elecciones presidenciales. Obama apenas cedió terreno en las cifras totales. En la medida en que el reparto de delegados en las primarias demócratas se hace de forma proporcional y de acuerdo a un complicado sistema de circunscripciones, la ganancia neta de delegados en la que se traduce la victoria de Clinton es muy escasa, quizá no más de 15 o 20. De manera que Obama mantiene un margen de más de un centenar de delegados de ventaja. Clinton tendría que ganar todo lo que queda y con un 60% de los votos para pasarle.

Así pues, ¿qué pasa ahora? ¿Cuál de los dos puede ganar? Desgraciadamente, después de una campaña tan efervescente y democráticamente estimulante, es posible que le haya llegado el turno a los cálculos matemáticos y las componendas políticas.

Quedan sólo 13 primarias más y o mucho cambian las cosas o ninguno de los dos va a ganar en las urnas el número suficiente de delegados como para ser automáticamente designado como candidato en la convención demócrata de agosto. Tanto Obama como Clinton tendrían que arrasar en las elecciones pendientes para conseguirlo, lo cual es muy improbable.

Todo parece, por tanto, abocado para una situación en la que el partido tendrá que tomar la decisión final. ¿De acuerdo a qué criterios? El senador Dick Durbin, uno de los copresidentes de la campaña de Obama, lo dejó ayer claro: "La clave al final debe de ser el número de delegados elegidos". Hillary Clinton no opinó lo mismo: "En última instancia decidirá la voluntad popular".

¿La voluntad popular? Parecía referirse la senadora de Nueva York al número total de votos conseguidos en estas primarias. Obama tiene una ventaja también de unos 600.000 sufragios en ese apartado. Pero esa ventaja se reduce a menos de la mitad si se cuentan las elecciones en Michigan y Florida, que fueron anuladas por la dirección demócrata como sanción por haber violado las normas de primarias, pero que ahora Clinton reclama como legítimas.

Si este lío no es suficiente, todo puede acabar siendo decidido por los llamados superdelegados, cerca de 800 cargos electos y figuras relevantes del partido que pueden dar su voto a quien quieran en el último momento de la convención.

Hillary Clinton y su hija Chelsea celebran la victoria de la aspirante demócrata a la presidencia en el Ateneo de Columbus (Ohio).
Hillary Clinton y su hija Chelsea celebran la victoria de la aspirante demócrata a la presidencia en el Ateneo de Columbus (Ohio).AFP

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