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PUNTO DE OBSERVACIÓN
Columna
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Legislaturas fáciles o difíciles

Soledad Gallego-Díaz

Puede que el resultado final, el próximo domingo, lo desmienta, pero, por ahora, estas elecciones se están presentando como las más disputadas de la historia reciente. Los dos debates televisados (con audiencias espectaculares) han "metido" a la gente en la campaña electoral y a cuatro días de las elecciones da la impresión de que los términos del encuentro están perfectamente marcados y definidos. Habrá mucha o poca participación, pero desde luego no será por falta de incertidumbre, de tensión política ni de conocimiento de los asuntos en cuestión. Más bien al contrario, se podría decir que los temas de esta campaña han sido muy reconocibles por los ciudadanos, con muy pocas, o mejor dicho, prácticamente ninguna sorpresa. Tampoco se podrá decir que no se conozca el carácter o la credibilidad personal de los dos candidatos, porque ese fue, seguramente, el elemento básico del enfrentamiento del pasado lunes.

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El debate de los acostados

Las leyes electorales impiden ya que se difundan nuevos sondeos que reflejen la intención de voto. La última "foto" del electorado ofrecía algunas contradicciones y, sobre todo, dejaba abiertas las dudas sobre la atribución de algunos escaños que siguen bailando y que pueden caer de un lado o de otro por pequeñas diferencias. Imposible saber qué influencia real habrá tenido el segundo y último debate en ese puñado de imprescindibles votos. Imposible calcular la eficacia del mensaje de cada uno, cara a arrastrar a los últimos indecisos y a arañar los últimos votos, esos que pueden dar o aumentar la mayoría cómoda que reclama Zapatero o que pueden terminar dibujando una de las legislaturas más complicadas de nuestra historia.

En los pocos días que restan, los dos grandes partidos tendrán que acertar en el último mensaje: un excesivo optimismo puede desmovilizar, pero renunciar al optimismo puede también desalentar a quienes deben hacer el último esfuerzo. De momento, son los socialistas los que se muestran públicamente más confiados, mientras que los populares juegan la otra carta. Quedan cuatro días.

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