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Análisis:EL ACENTO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¿Contra la felicidad?

El probable intento de desprestigiar al Prozac, acusándolo de comportarse como un simple placebo, forma parte de la campaña de desencantamiento del mundo en nombre del principio de la sociedad del miedo, la catástrofe o el mal. Puede que no sea realmente así, pero el carácter de la noticia infunde algunas sospechas. El Prozac lo toman unos 40 millones de personas en todo el mundo y su consumo no ha dejado de crecer desde que fue comercializado hace más de una década y media. Enseguida en Estados Unidos cuatro millones de personas lo tomaban con prescripción médica o valiéndose de estratagemas para conseguirlo, al margen de la severidad de la ley. Había un consumo del Prozac dentro del universo de la medicina, pero también un uso extendido dentro de la sociedad desprejuiciada, ya fuere como medio curativo, ya como mero instrumento recreativo. Algo parecido a lo que hoy sucede con la Viagra.

Supuso entonces el Prozac una revolución entre los compuestos antidepresivos, y la fluoxetina, que constituye su principio activo, se inscribió junto a la venlafaxina o la paroxetina entre las sustancias que componían el repertorio de las llamadas "píldoras de la felicidad". No debían tomarse de forma incondicionada, pero contribuyeron a paliar y aun superar el desamor, el duelo, los fracasos o la timidez invalidante. Descalificar al Prozac o calumniarlo a la manera científica como lo ha hecho el doctor Irving Kirsch, de la Universidad de Hull, en el Reino Unido, hace pensar en una operación mercantil, un afán de notoriedad, un gesto sensacionalista, un celo entre familias hermanas, o las cuatro cosas a la vez.

Cualquiera que haya probado alguno de los nuevos psicofármacos, crecientemente perfeccionados como "píldoras de la felicidad", puede atestiguar la directa relación entre su ingestión y la digestión de algunos males imposibles. ¿Campaña infundada? ¿Elogio del dolor? ¿Bondades de la penitencia? La terapia personal, con el contacto entre el psicólogo y el doliente, sabe mejor que cualquier píldora. ¿Pero qué pecado se encierra en la cápsula del Prozac? ¿Qué fin comercial se esconde bajo este anuncio incierto que publica PLoS Medicine?

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